SOBREVIVIR EN LA CALLE

SOBREVIVIR EN LA CALLE 
 Cuatro paredes, un techo, una cama caliente y un plato de comida son suficientes a cualquier humano que no pretenda atesorar demasiados bienes. Eso alcanza para vivir por lo que quienes poseen esas cosas son felices a su manera. Sin embargo, hay muchos que no tienen siquiera eso, y lo vemos en la calle. Ellos se arman sus propias ranchadas, una lata, un poco de leña y la voluntad de seres solidarios que les dan algo para sobrevivir. 

 Con esos desamparados nos encontramos diariamente y no faltan para ellos críticas. ¨ Están así porque no les gusta trabajar ¨ es la frase que con mayor frecuencia escuchamos. Si nos detuviéramos un minuto a conversar con ellos, quizás, cambiaríamos de parecer. Sin embargo, es mucho más sencillo perorar sobre los efectos que los llevaron a esa situación, que conocer la causa que produjo el quiebre de su vida.
 Ocurre que detrás se cada uno de ellos hay una historia, algunas muy triste como la de Néstor, a quien conocí hace un tiempo durmiendo de día sobre un viejo colchón y frente al hospital Evita de Lanús Oeste. Ese hombre durante la noche y apoyado en sus muletas, se dedicaba a cuidar coches a cambio de unas monedas. Cuando me cruce con el tenía 41 años y se refugiaba bajo un alero de una vivienda ubicada en Udaondo y Balcarce de Lanús Oeste.
 Vivir en la calle no es fácil ¨ me confesó oportunamente, al tiempo que contó que había llegado desde la provincia de Entre Ríos en busca de una prótesis que suplantara la pierna perdida tras un accidente. Sin recursos entonces llegó hasta el hospital Evita acomodándose en la vereda de enfrente a la espera de resolver su situación. A Néstor el accidente le cambió la vida ya que en su provincia natal se ganaba la vida jugando al fútbol en el Club Gimnasia ¨ de Concepción del Uruguay y también en otros clubes.
 Un colchón sobre el piso, una frazada y un par de cajones eran sus únicas pertenencias y allí sin ninguna otra protección dormía a la vista de los transeúntes. ¨ Duermo de día – dijo como disculpándose –porque de noche cuido autos en la cuadra del hospital ¨. Alejado de su familia, Néstor, a quien no he vuelto a ver, sintió las caricias de las manos solidarias que se ocuparon de alivianarle sus penurias, tanto ha sido así, que algunos le alcanzaban el desayuno, mientras que otra vecina facilito su domicilio legal, cuando debió renovar el Documento Nacional de Identidad, que había perdido en su ir y venir de una oficina a otra haciendo tramites.
 En cambio, la historia de Emanuel es un poco distinta aunque están emparentadas con un mismo final, la calle y el desamparo. A él lo encontré acurrucado bajo un alero y llamó mi atención al verlo calzado con buenas zapatillas y razonablemente vestido. Luego de preguntar su nombre y recordarme que significa ¨ Díos con nosotros ¨ el joven me contó su historia.
 Así supe que abandonó su casa, luego que saliera en defensa de su madre que era golpeada por su padrastro. Hubo golpes de ambos lados y decidió irse del hogar y ya no volver, por lo que deambula por Lanús pidiendo limosna y pernoctando en una plaza. Desde que charle con ellos, mi mirada sobre esos seres cambio totalmente.

 sciosciagerardo@mail.com

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