Mons. Frassia pide los comunicadores transmitir la verdad

Mons. Frassia pide los comunicadores transmitir la verdad
Miercoles 10 Jun 2015 | 10:11 am
 La radio María del Rosario cumplió 20 años.

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, presidió una misa para dar gracias a Dios por los 20 años de la radio FM 90.7 María del Rosario y por la tarea de los comunicadores. El prelado pidió la bendición de Dios para todos los trabajadores del sector sean transmisores de la verdad, de la justicia, de la bondad y de la esperanza.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, presidió el viernes 5 de junio una misa en la parroquia Nuestra Señora del Rosario para dar gracias a Dios por los 20 años de la radio FM 90.7 María del Rosario y por la tarea de los comunicadores de este medio y de tantos otros, a poco de celebrarse el Día del Periodista.
 Comentando las lecturas del día, monseñor Frassia sostuvo que la comunicación es un lazo, un puente de unión y de vínculos entre las persoans, y pidió "pensar seriamente" en algunas cosas que Dios pueda comunicarnos.
 "Jesucristo es el Señor de la vida y de la historia. Ante Él nos postramos y no lo hacemos ante nadie más. Esa es nuestra dignidad, nuestra fe. Tenemos que caminar y mirarnos de frente para vivir siempre el don de la vida reconociendo, viviendo y diciendo que Jesucristo es el Señor", dijo el obispo.
 Monseñor Frassia también destacó que Jesús vino al mundo para comunicar su vida y su amor, y se refirió a la reciente convocatoria para repudiar la violencia contra las mujeres bajo la consigna "#NiUnaMenos". Al respecto, sostuvo que la violencia social se da en las familias porque, de alguna forma, "hemos perdido la claridad y el sentido de la verdad".
 El obispo de Avellaneda-Lanpus convocó a "vivir con esa fuerza que Cristo nos consiguió en la cruz", aceptando los dolores, pero siendo positivos. "La resurrección, el triunfo de Cristo, la verdad, el amor, la fidelidad, el respeto, la ternura, aunque muchos no lo quieran vivir, nosotros lo creemos y, si lo creemos, lo tenemos que hacer carne para vivir como resucitados", exclamó.
 Monseñor Frassia también pidió la bendición de Dios para todos los comunicadores, para que sean transmisores de la verdad, de la justicia, de la bondad y de la esperanza. "Que nunca digamos cosas negativas a los demás, pero con sano realismo no siendo ingenuos ni 'tragándonos buzones'”, concluyó el prelado.+

 Texto completo de la homilía
20 Años de Radio Maria del Rosario - Obispado de Avellaneda-Lanús 
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús en lña misa por los 20 años de Radio María en la diócesis (Parroquia Nuestra Señora del Rosario, 5 de junio de 2015) 

 Queridos hermanos 

 Es una alegría muy grande poder encontrarnos en este templo para celebrar los primeros veinte años de la radio, también tenemos en cuenta a los periodistas que celebran su día y todas aquellas personas que tengan algo que agradecer o pedir. 
 La lectura de hoy nos muestra simbólicamente a una madre y a un padre creyente que está ciego; los dos esperan a su hijo regresar de una misión. Ese simbolismo de la mujer, Ana, y de Tobit, hebreo, aluden también a la presencia de la paternidad y maternidad de Dios. Dios -que es Padre y es Madre a la vez - lleno de misericordia, dulzura y ternura, que nos espera a cada uno de nosotros para abrazarnos y comunicarnos algo. 
 La comunicación es un lazo, un puente de unión y de vínculos entre las personas. La radio tiene como tarea y misión poder conectarnos, acompañar a la gente, informar, transmitir realidades, cosas de la vida cotidiana y de la vida de fe. La radio es una antena muy larga y muy grande que nos comunica a todos, mientras uno sigue trabajando, porque cuando mira televisión está más clavado a una silla. A buen entendedor pocas palabras. 
 Hoy tenemos que pensar seriamente algunas cosas que Dios pueda comunicarnos. Una de ellas es que Jesucristo es el Señor de la vida y de la historia. Un Señor que está tan metido en la vida que fue el único capaz de dar su vida por nosotros. Jesús, el Hijo de Dios y de María Virgen, es el Señor. Ante Él nos postramos y no lo hacemos ante nadie más. Esa es nuestra dignidad, nuestra fe. Tenemos que caminar y mirarnos de frente para vivir siempre el don de la vida reconociendo, viviendo y diciendo que Jesucristo es el Señor. 
 Verdadero Dios, existe antes, desde siempre y nosotros somos por participación ya que Él nos ha dado la vida; también nos ha comunicado su vida y su amor. Con su presencia, Cristo nos dice que no solo somos hijos sino que también somos hermanos. Si tenemos fe y creemos en Cristo Jesús tenemos que cultivar, desarrollar y comprometernos seriamente a vivir estas dos realidades: ser un buen hijo, pero también ser un buen hermano. Esa es nuestra tarea, nuestro empeño, nuestro compromiso.
 Nuestra sociedad tiene que cambiar. Nuestras familias tienen que cambiar. Me alegré mucho con el acto de “NI UNA MENOS” y decir ¡jamás la violencia tiene que estar presente en nuestras familias y nuestra sociedad! Yo decía: qué barbaridad, tiene que haber una expresión de esta naturaleza porque anteriormente hubo mucha violencia, mucha falta de respeto, y por ello se dio esta expresión que fue un gran testimonio de dignidad humana. Cuando hablamos de humano hablamos de mujer, hablamos de hombre y hablamos de familia. 
 Esa violencia que se fue instalando en el seno de nuestras familias es porque, de alguna forma, hemos ido perdiendo la claridad y el sentido de la verdad. “La verdad se propone no se impone”, el que grita no es porque tenga más verdad; la verdad es la verdad y hay que comunicarla, transmitirla y expresarla sin violencia, sin argumentos falaces, sin cosas superficiales. Muchas veces en nuestra sociedad -y en nuestras familias- la violencia no es unilateral: es de uno y es de otro. Tengamos cuidado, no nos engañemos. 
 Todos tenemos que mejorar nuestra calidad de vida y nuestra presencia en la familia. Volver a escucharnos, empezar de nuevo, dialogar y nunca pensar que “todo está perdido”. En la vida, la fe nos hace vivir con optimismo. Cuando hablo de optimismo no hablo de ingenuidad. Un optimismo realista es ver mejor el vaso casi lleno y no siempre vacío. No hablar siempre de “pálidas” ni cosas negativas y saber que hay cosas positivas que tienen que ser instrumentos de nuestra construcción, de nuestra vinculación y de nuestros tratos. 
 También como sociedad hemos entrado en la “lamentela”, lamentarnos, quejarnos, amargarnos, vaciarnos; pero nos llenamos del consumismo para que nos de fuerzas y nos colme. Pero en lugar de hacerlo nos vacía, nos aísla. Como creyentes, en nuestra patria argentina, tenemos que ser positivos. Pensemos lo que queramos pensar, participemos del partido que queramos, somos libres pero participemos bien, con respeto. 
 Esta comparación no es feliz, pero que en los partidos de futbol vuelva la familia a la cancha, que no sea un lugar de combate o de otras cosas que no deberían existir: violencia, intereses, mafias y tantas otras cosas que, en lugar de ayudarnos a descubrir el sano deporte nos aísla y entorpece la cancha de nuestra misión y de nuestra vida. 
 Siendo positivos podemos hacer el bien, evitando el mal; no devolviendo “ojo por ojo, diente por diente”; en la vida siempre hay sufrimientos pero modifiquemos las cosas, cambiémosla, transformemos la realidad, no nos dejemos aplastar. Como decía el Papa Francisco “no se dejen robar la esperanza”. Tenemos que ser positivos -aunque tengamos sufrimientos y tribulaciones- porque la vida sigue siendo bella; no la amarguemos de más. 
 Tenemos que vivir con esa fuerza que Cristo nos consiguió en la cruz. La fuerza de vivir como resucitados, no vivir como derrotados, como aplastados. La resurrección, el triunfo de Cristo, la verdad, el amor, la fidelidad, el respeto, la ternura, aunque muchos no lo quieran vivir nosotros lo creemos y si lo creemos lo tenemos que hacer carne para vivir como resucitados. 
 El que vive así es una persona que, tocada por Dios, ha sido transformada; es la misma persona pero es otra persona. Puede empezar de nuevo, porque Dios perdona; puede levantarse, si estaba caído; puede seguir anhelando, teniendo sueños aunque algunas veces se haya opacado, ensombrecido su horizonte. 
 Podemos empezar porque tenemos la certeza que no depende de nosotros: es el Señor, es Cristo que está vivo y no muerto, que ha resucitado y es capaz de transformarnos, de abrir nuestro corazón, de dominar nuestra vida, de sanar nuestras heridas, de esa ceguera que tenía Tobit ahora puede ver y puede decir “¡hijo mío te veo!” ¡Cuántos de nosotros miramos sin ver! Porque miramos mal, porque no miramos con fe, ni con el corazón. “Solo se ve bien con el corazón”, decía El Principito. 
 Tenemos que pedirle mucha fuerza a Dios para que esta certeza y seguridad incida en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra sociedad; llamando a las cosas por su nombre, siendo responsables de nuestra vida, de nuestros proyectos y de nuestro futuro. Tener una dignidad así no tiene precio: ni se compra, ni se vende. La podemos vivir y podemos comunicar la verdad. 
 Pidamos a Jesús que bendiga a nuestra radio, Radio María del Rosario 90.7 FM, y que seamos comunicadores de verdad, de justicia, de bondad y de esperanza. Que nunca digamos cosas negativas a los demás, pero con sano realismo no siendo ingenuos ni “tragándonos buzones” 
 Que el Corazón de Jesús siga dándonos fuerza para amar y que la Virgen nos ayude a hacer lo que Jesús nos diga. 
 Que así sea 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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