Jesús llama a vivir ya como resucitados

Jesús llama a vivir ya como resucitados
 Jueves 10 Abr 2014 | 08:38 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió una reflexión sobre el evangelio dominical en la que destacó la valoración de la vida que viene a traer Jesús y el anuncio concreto de Jesús, que viene a explicar el sentido de la humanidad. El prelado recordó que la vida que Dios trae no se da solo “en el tiempo último”, escatológico, sino que también vale para la actualidad, y pidió “comprometerse, involucrarse y vivir ya como resucitados, liberados”.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió una reflexión sobre el evangelio dominical en la que destacó la valoración de la vida que viene a traer Jesús y el anuncio concreto de Jesús, que viene a explicar el sentido de la humanidad.
 Monseñor Frassia recordó que el evangelio según san Juan, domingo a domingo, presenta aspectos importantes, como el “agua de vida” en el diálogo con la samaritana, la “luz” que da a un ciego de nacimiento y la vida que hace recobrar a Lázaro.
 Frente a la resurrección de Lázaro, el obispo reflexionó: “Es el Señor de la Vida que elimina el pecado y la muerte que ya no tiene la última palabra. Esta acción de Cristo, que anticipa la Pascua, es el Misterio de Dios que se hace presente para ser Luz de los pueblos. Hay que reconocer el paso de la fe, la obra de la revelación del Dios viviente. «¿Crees esto?». ¡Sí Señor, creo que tú eres el Mesías el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo!”.
 Monseñor Frassia recordó que la vida que Dios trae no se da solo “en el tiempo último”, escatológico, sino que también vale para la actualidad: “La sociedad, los sistemas, están como estropeando el gusto por la vida. ¡Cuántas vendas tenemos alrededor nuestro! ¡Cuántas ataduras! ¡Cuántas esclavitudes! ¡Cuántas miserias! ¡Cuántas injusticias! ¡Cuántas mentiras! ¡Cuántos pecados!”.
 “Es la cultura que ofende y humilla al humilde –observó-. ¡Cuántas veces la gente no respeta la vida de los otros por medio del terrorismo! ¡Cuántas veces la violencia, la inseguridad, la delincuencia común! ¡Cuántas veces atentan la vida los armamentos, la droga, el consumo, en todos los estamentos de nuestra sociedad! Algunos sostienen que hasta los niños quieren ser involucrados para ser “clientes seguros” en los próximos de diez años. Ya hay chicos que experimentan el mal de la droga”.
 Monseñor Frassia recordó que la fe “es comprometerse, involucrarse y vivir ya como resucitados, liberados”, y deseó: “Que seamos capaces de vivir libres, desatados y sueltos, para que la voz del Evangelio nos de Luz, Paz y Vida”.+

 Texto completo de la reflexión
“¿Crees esto?” 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Quinto domingo de Cuaresma, 6 de abril de 2014) 

"Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo". Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea". (…) Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". (…) Jesús, (…) conmovido y turbado, preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás". Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!". Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?". Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto". Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!". El muerto salió con los pies y las manos atadas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar". Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. (San Juan 11,1-45) 

 En estos domingos, vemos como el Evangelio de San Juan fue tomando aspectos muy importantes: el Agua Viva, en el diálogo con la samaritana; la Luz, al darle la vista al ciego de nacimiento; y hoy toca la Vida, física, personal, real. Es así que la presencia de Cristo nos muestra a Dios, evidenciando que es la potencia de Dios que se muestra en Cristo. 
 Esta es la novedad inusual, el anuncio concreto: Dios, que se hizo Hombre en el seno virginal de María, viene a explicar el sentido a la humanidad. Y viene a darnos su potencia, su poder infinito, absoluto. Es el Señor de la Vida que elimina el pecado y la muerte que ya no tiene la última palabra. Esta acción de Cristo, que anticipa la Pascua, es el Misterio de Dios que se hace presente para ser Luz de los pueblos. Hay que reconocer el paso de la fe, la obra de la revelación del Dios viviente. “¿Crees esto? ¡Sí Señor, creo que tú eres el Mesías el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo!” 
 La vida que Dios nos trae no solamente es en el tiempo último, escatológico, sino que nos la trae en el tiempo y en el espacio donde vivimos y nos desarrollamos. La sociedad, los sistemas, están como estropeando el gusto por la vida. ¡Cuántas vendas tenemos alrededor nuestro! ¡Cuántas ataduras! ¡Cuántas esclavitudes! ¡Cuántas miserias! ¡Cuántas injusticias! ¡Cuántas mentiras! ¡Cuántos pecados! 
 Es la cultura que ofende y humilla al humilde. ¡Cuántas veces la gente no respeta la vida de los otros por medio del terrorismo! ¡Cuántas veces la violencia, la inseguridad, la delincuencia común! ¡Cuántas veces atentan la vida los armamentos, la droga, el consumo, en todos los estamentos de nuestra sociedad! Algunos sostienen que hasta los niños quieren ser involucrados para ser “clientes seguros” en los próximos de diez años. Ya hay chicos que experimentan el mal de la droga. 
 La muerte blanca; los accidentes en la calle, donde no se respeta la vida para nada; la supresión de la vida en el seno materno; el abandono de la infancia; la marginación de la vejez, ¡y tantas cosas más que laceran el gusto y el respeto por la vida! 
 Tener fe es comprometerse, involucrarse y es vivir YA como resucitados, liberados. Que seamos capaces de vivir libres, desatados y sueltos, para que la voz del Evangelio nos de Luz, Paz y Vida. 
 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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