Entimema, Por Lucas López


Entimema 
Por Lucas López 
La manera de actuar frente a lo dado puede adquirir dos tipos de salida: por un lado, el sometimiento ante lo presentado; por el otro, el cuestionamiento de lo que aparece. Lejos de constituir esta distinción un cliché científicamente académico, la importancia de su mención permite habilitar caminos de discusión sobre el posicionamiento del sujeto-individuo dentro de toda relación de conocimiento, como así también de todo vínculo social. 

 Es evidente tal semejanza, debido a que toda actitud de sometimiento gnoseológico del sujeto a lo dado desemboca en cierta sumisión (teórico-práctica) socio-política frente a la imposibilidad del mismo de autoreferenciarse analíticamente como individuo social. Cuando hablamos de sometimiento gnoseológico nos estamos refiriendo a cierta pirexia crítica a la hora de evaluar el proceso de comprensión sobre lo que conocemos (carácter científico senil). ¿De qué manera se daría cuenta del movimiento sucesivo que atraviesa al sujeto-individuo en su acontecer diario? Cualquier desarrollo de transformación lamarckiano podría pasar sobre nuestras narices sin hacernos atentos a él. En todo caso, la opción autentica sería dar cuenta de su fin teleológico, saltando toda justificación en lengua-pitonisa sobre presentaciones continuas.
 Para sortear tal fatalismo esclavizante, es acuciante comportarse de determinada forma inquieta ante lo que se muestra. La entimema, acude como herramienta reflexiva de asociación entre sucesos. Ella refiere a un silogismo basado en semejanzas o signos; permite efectuar inferencias a partir de ciertos signos que podamos dar cuenta en tal suceso. Este modo de razonamiento incita a la nutrición de nuestro contenido conceptual en el proceso de percepción, al dotarlo de un mayor incentivo para la captación de signos; de apariciones que involucren otros sucesos co-extensos ò consecuentes. Ante el ánimo de claudicación que manifiesta la pasividad del sujeto para-con-el-aparecer, el razonamiento de entimema permite involucrarnos en la profundidad de lo real para descubrir las conexiones que subyacen a ella.
 Operar de esta manera colabora con nuestra ambición entusiasta de revelar las oposiciones reales que transcurren en la existencia. Apreciar la negación dialéctica, no lógico-formalmente, como oposición contradictoria, sino más bien desde cierta oposición real entre contrarios en un encuentro de intereses opuestos, donde la negación de la afirmación se resuelve en nueva afirmación. Vemos al concepto cargado de historia, y es por ello que el aspecto crítico frente a lo que ocurre no sólo adquiere una dimensión contextualizada sino contingente.
 Schopenhauer trató a Hegel como “sicario de la verdad”, al denunciar la intención de este de presentar una verdad absoluta manifestada desde las alturas de todo órgano de poder; desde el poder del Estado, de la Iglesia, de la Ciencia, etc., Tal ofrecimiento de una verdad perfecta llevaría, según Schopenhauer, a convertir a la filosofía en “sierva del Estado” hiriendo la “libertad del pensamiento”. ¿Cuál es la verdad que se nos presenta en lo dado del momento? Todo movimiento intelecto-práctico que acceda a dilucidar tal episodio remite a un acto de pronunciamiento sobre las reglas que permitimos ofrecernos.
La tarea del sujeto practicante de ciencia no es decir lo que todos desciframos al ver en lo inmediato, sino justamente intentar descifrar aquello que no se ve.

 Lucas R. López 
 lucasrl@hotmail.com.ar

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