Aplaudan, aplaudan... Por Yanina Pariani


LIBERTADORES / BOCA 2 - U. ESPAÑOLA 1 
Aplaudan, aplaudan... 
Por Yanina Pariani
Con Palermo en el palco y Silva como 9 salvador, con un gol de cabeza sobre el final del partido, Boca le ganó 2-1 a Unión Española en la ida de los octavos de la Copa. Román hizo el primero. Ojo: si allá pierde 1-0, queda afuera. 

Boca tuvo vaivenes. Tuvo pasajes de lucidez y otros ratos decepcionantes. No obstante, supo reaccionar tras el imprevisto empate de Unión Española y se terminó quedando con un 2 a 1, fundamental para llegar a la revancha con un poco más de margen.
El Xeneize arrancó un poco dormido, pero la modorra le duró menos de diez minutos. Porque despertó, aceitó su circuito ofensivo, solidificó su mediocampo y rápidamente se adueñó del trámite. No iban ni medio cuarto de hora y ya dominaba con claridad, al extremo de merecer la ventaja.
Cuando Riquelme asume el papel de núcleo receptor y tiene una noche inspirada, es difícil que Boca pierda. Y Riquelme estuvo fino en cada intervención. De hecho, el gol, que llegó a los 24’, llegó después de una deliciosa pared entre el 10 y Cvitanich. Para ese momento, ya era un baile. La única mala de un primer tiempo perfecto de los de Falcioni fue la lesión de Ledesma, quien sufrió una fuerte infracción de Ampuero y debió salir remplazado.
 Tras el descanso, el local se quedó. Se paró de contra y esperó por la desesperación del rival. Desesperación que nunca llegó. Y que, insólitamente, desequilibró a Boca. Que, insólitamente, se anarquizó en defensa e, insólitamente, regaló la pelota y el mediocampo. Unión Española entonces se animó. Incluso sin demasiado convencimiento. Y llegó. Hasta que en una aislada, marcó el empate a través del argentino Jaime (grave error de Franco Sosa) y enmudeció a la Bombonera. Iban 27 minutos. A partir de allí, el equipo de Falcioni atacó con el resto físico que le quedaba. Tuvo chances claras (el palo de Erviti, la más clara), pero nada. Hasta que apareció Mouche, ingresado por un inexpresivo Cvitanich, y tras un gran desborde, metió un centro perfecto para Silva, que no perdonó. Fiesta y locura. Como en las viejas y místicas noches de Copa.

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