Siempre hay una salida, porque el amor de Dios es infinito

Siempre hay una salida, porque el amor de Dios es infinito
Lanús (Buenos Aires), 7 Feb. 12 (AICA)
Devoción a la Virgen de Lourdes

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió una misa en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, de Lanús, en las vísperas de sus fiestas patronales, que se celebrarán el próximo sábado 11 de febrero.

“El don de la vida es una gracia de Dios, un don que Dios nos da a través del amor de nuestros padres. Pero esta vida uno puede descubrirla y también puede malgastarla, en especial cuando no se da cuenta de la originalidad y de la gratitud que tiene que tener para con Dios y para con los padres. También uno tiene que ser agradecido a la vida misma, ya que vivir es una gracia y no una desgracia”, manifestó el prelado al comienzo de su mensaje.
“No podemos vivir sin sentirnos amados. Tenemos que reconocer que ¡somos amados por Dios! Porque si Dios no pensara en nosotros, no estaríamos aquí, en este mundo”, señaló y agregó que “necesitamos percibir y darnos cuenta del amor de los demás. ¡Todos necesitamos ser queridos! Es muy ingrato y equivocado el que piensa que no necesita, para vivir, el amor de Dios ni el amor de los demás”.
Monseñor Frassia llamó a darnos cuenta de que “el amor de Dios no se modifica por la conducta humana. ¡Somos nosotros los que nos separamos o nos apartamos del amor de Dios! El amor de Dios está siempre presente, Él nos cuida, nosotros tenemos que cuidarnos y aprender a cuidar a los demás”.
El pastor aseguró que “siempre Dios nos escucha aunque a veces no veamos los resultados. Dios es infinito e incansable en su amor y en su misericordia. La Iglesia, siguiendo como ejemplo lo que hace Dios y lo que nos enseña María, también tiene una actitud de protección de la vida. Nos ama, nos acompaña”.
“La oración, recurrir a los sacramentos, la Eucaristía y el testimonio –dijo el obispo de Avellaneda-Lanús- son necesarios para que la enfermedad no nos cierre, que sigamos abiertos a los demás, que el dolor no nos cierre ni arruine nuestra alma. Un cristiano no puede ser una persona resentida. Siempre hay que mirar con los ojos de Dios y seguir amando y viviendo la esperanza”.
Como conclusión, monseñor Frassia le pidió a Nuestra Señora de Lourdes que nos ayude a no pensar que vivir es una desgracia “ni que la enfermedad no tiene explicación ni salida. ¡Siempre hay explicación y siempre hay salida, porque el amor de Dios es infinito y supera cualquier enfermedad!”. +
Texto completo de la homilía
EN LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes (5 de febrero 2012)

Querido Padre Daniel; querido diácono; querido Padre Horacio que vino de Corrientes a visitar nuestra diócesis; querido pueblo fiel:
El don de la vida es una gracia de Dios, un don que Dios nos da a través del amor de nuestros padres. Por lo tanto el vivir es lo propio de cada uno de nosotros. Pero esta vida uno puede descubrirla y también puede malgastarla, en especial cuando no se da cuenta de la originalidad, cuando no se da cuenta de la gratitud que tiene que tener para con Dios y para con los padres. También uno tiene que ser agradecido a la vida misma, ya que vivir es una gracia y no una desgracia.
Pero nos damos cuenta que no podemos vivir sin sentirnos amados. Tenemos que reconocer que somos amados. Y lo primero que tenemos que reconocer es que ¡somos amados por Dios! Porque si Dios no pensara en nosotros, no estaríamos aquí, en este mundo. ¡Dios piensa en nosotros! ¡Dios nos ama entrañablemente! Pero también necesitamos percibir y darnos cuenta del amor de los demás. ¡Todos necesitamos ser queridos! Es muy ingrato y equivocado el que piensa que no necesita, para vivir, el amor de Dios ni el amor de los demás. Es una mentira y una equivocación.
En esta vida que tenemos, y que Dios la corrobora, sabemos que hay muchas fragilidades y muchas enfermedades. Enfermedades físicas, mentales, espirituales, del alma, que muchas veces golpean y taladran sobre la persona. Somos una unidad, cuerpo y espíritu. ¡No somos sólo cuerpo! ¡Y no somos sólo espíritu! Hay una unidad que necesitamos vivir y experimentar
La fragilidad también se percibe, se vive. Y las enfermedades también existen en los demás y en nosotros.
¿Cómo puede hacer uno para vivir? Tiene que darse cuenta que Dios tiene siempre la primera y la última palabra: amor de Dios cuando estamos sanos y cuando estamos enfermos; Dios nos ama cuando somos buenos y cuando nos portamos mal. El amor de Dios no se modifica por la conducta humana. ¡Somos nosotros los que nos separamos o nos apartamos del amor de Dios! El amor de Dios está siempre presente, Él nos cuida, nosotros tenemos que cuidarnos y aprender a cuidar a los demás.
No es una desgracia estar enfermo. A veces, cuando uno tiene una enfermedad, se cierra, se entristece, se amarga y cree que todo está perdido, que ya no hay salida, no hay esperanza; y sin embargo la enfermedad está llamada a vivir con el bálsamo de la esperanza.
¡Cuántas veces hemos recurrido a Dios, o la Virgen, para pedirle que nos cure alguna enfermedad! ¡Cuántas veces le pedimos que nos saque de alguna fragilidad, presente en los hombres o en uno mismo! ¡Cuántas veces! Y siempre Dios nos escucha aunque a veces no veamos los resultados. Dios es infinito e incansable en su amor y en su misericordia.
La Iglesia, siguiendo como ejemplo lo que hace Dios y lo que nos enseña María, también tiene una actitud de protección de la vida. Nos ama, nos acompaña. El Papa, en su mensaje del próximo 11 de febrero, nos habla de la reconciliación, del perdón, de la oración, de la unción de los enfermos y nos habla también de la Eucaristía que robustece el alma dándonos fuerza vital todos los días de nuestra vida. Sabemos que la Iglesia y la Virgen, cuidan nuestra vida y nosotros tenemos que cuidar la vida que Dios nos dio.
La oración, recurrir a los sacramentos, la Eucaristía y el testimonio para que la enfermedad no nos cierre, que sigamos abiertos a los demás, que el dolor no nos cierre ni arruine nuestra alma. Un cristiano no puede ser una persona resentida. Siempre hay que mirar con los ojos de Dios y seguir amando y viviendo la esperanza.
Le pedimos a Nuestra Señora de Lourdes, sabiendo que el Señor nos ama entrañablemente y que ha dado la vida por nosotros, para que nunca pensemos que vivir es una desgracia, ni que la enfermedad no tiene explicación ni salida. ¡Siempre hay explicación y siempre hay salida, porque el amor de Dios es infinito y supera cualquier enfermedad!
Se lo pedimos hoy a la Virgen de Lourdes por nosotros, por nuestras familias, por nuestra sociedad, por nuestro país, para que podamos aprender que la vida es un don y que tenemos que cuidarla y cuidar a los demás.
Si el amor de Dios está presente en nosotros, también nosotros tenemos que volver a repetir ese amor para los demás. No nos olvidemos de vivirlo así ni de manifestarlo así.
Que así sea.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente

Comentarios

Seguidores