"Revisión de exposiciones intelectuales, y no tanto", Por Lucas Lòpez

Revisión de exposiciones intelectuales, y no tanto
Las constantes proclamaciones de los distintos sectores intelectuales sobre el discurso kirchnerista han abarcado en este último tiempo un elevado nivel de discusión y resonancia mediática. Tanto desde el oficial Carta Abierta, hasta del neo- Plataforma 2012, pasando por las principales figuras del Frente de Izquierda quienes abogan por un desenvolvimiento intelecto-crítico desde la Asamblea de Intelectuales, Docentes y Artistas en apoyo al Frente de Izquierda, se permitió cierto resquicio a partir del cual el lenguaje político no sólo adquirió mayor dinámica sino también importante capacidad esclarecedora.

Beatriz Sarlo, quien se encuentra dentro de los firmantes que respaldan Plataforma, sostiene que “la oratoria del Yo”, propuesta y efectuada por el gobierno, permite desembarazar una ontología autorreferencial, la cual propone un círculo cerrado del cual sería imposible referirse a lo otro, ni mucho menos salirse de él. Sin intentar producir resquemor alguno, lo que Sarlo intenta determinar es la absolutización de la realidad por parte del discurso K. La endopatia propiciada por tal discurso se revitaliza en su proyección afectiva-sentimental (una participación enteramente consciente) hacia la objetividad de la realidad misma, apropiándosela en pleno contagio de su verbo. Esta movilidad intelectual asume compromisos importantes también desde el punto de vista de confeccionar historia. Principios de Croce (“toda historia es historia contemporánea”) y de Collingwood (historia como equivalente a un “rehacer (reactuar) el pasado”) corren por debajo de tal interés cientifisoide. La sumisión de la verdad al acomodamiento político. Nada más lejos de la objetividad científica de la Historia. Feuerbach diría que la teología es una antropología, que los dogmas son deseos del corazón. Para Sarlo, tal retahíla discursiva contiene la expresión de lo real. Al no pronunciar posibilidad de palabra alguna por fuera de la cerrazón del círculo del YO (K), su réspice es no sólo restrictivo sino imposible de generar alternativa viable a la yoidad oficial. La sumisión a la cascabelada lengua no refleja la voz que surge de la contradicción social permanente. Resplandecer esta emergencia, únicamente en-y-con la reivindicación popular, la cual conduce a la urgencia de movimiento social alguno, permite sortear cualquier casquivana interpretación de irreversibilidad.
Un pampsiquismo que se proponga como distribución de la palabra es totalmente cínico. La generación de estadios profundamente democráticos siempre provienen desde abajo, desde el ambiente plural de la diferencia y la auto-legislación. Una atmósfera que promovería lo que Pierre Bourdieu llama una “universalización del acceso a la constitución de opinión pública”. Cualquier poder actual es reticente a esto, más claro para nosotros si este intenta autopresentarse como la expresión de lo impersonal, de lo universal. Es por ello que la discusión intelectual ha puntualizado varios puntos sobre la actual realidad socio-política, pero siempre atravesada por la cuestión de la representación que el gobierno pretende darse. Desde ya que no hablamos de porcentajes electorales, sino más bien de espiritualidades prácticas que en distintos campos pueden distinguirse fácilmente. Mas la oposición entre las nociones de “oxìmoron” (de Pablo Alabarces- Plataforma) y “posibilidad empírica” (de Horacio Gonzáles-Carta Abierta), en referencia al carácter transformador del kirchnerismo desde su génesis de peronismo de izquierda, presenta un claro ejemplo de aquello a lo cual nos estamos dedicando. Esta distinción hoy se traduce, retornablemente, bajo el binario “ajuste”- sintonía fina”. Un retazo de los varios rótulos en los cuales pueden evidenciarse estos oposicionismos.
Sin embargo, premiar la contribución crítica del intelecto solamente a partir de cierta luminosidad en la contraposición de verdades efectivamente más reales, pecaría de aprehender la transformación de la realidad misma a la cual se hace referencia desde el mero subjetivismo; es decir, desde determinada norma del entendimiento que desliga el criticismo del pensamiento de su transmutación práctica en lo concreto. Privarse de mencionar y alertar sobre la subjetividad socio-política que transpiraría aquello que se propone como crítica y alternativa, amaga con generar una cierta retracción en el lenguaje denunciante. Justamente esta actitud es la que estarían indicando los referentes del Frente de Izquierda (Jorge Altamira (PO), Christian Castillo (PTS) y José Castillo (IS)) en la pretensión reflexiva de Plataforma. Si bien José Castillo optó por una postura más flexible, si se permite la expresión, celebrando la formación de Plataforma más allá de sus limites, y esperando que el tiempo de debate haga su trabajo, tanto Altamira como C. Castillo fueron contundentes sobre la necesidad inmediata de un pensamiento partidista a la hora de proponerse como verdaderos críticos al verbo K, dejando en claro que la fusión de la denuncia discursiva se emparenta inexorablemente con una movilidad práctica socialmente organizada, la cual hoy en día queda reflejada en la Asamblea de Intelectuales, Docentes y Artistas en apoyo al Frente de Izquierda.
Posiblemente cierto revire acuda a la salvación de determinado revival que permita pasar de cartílago a hueso. Asimismo, es inobjetable que, cuando hablamos de lenguaje político, indefectiblemente la idea nace desde la materialidad y hacia ella retorna fecundándola en transformación. El posicionamiento del sujeto productor-critico dentro del espectro socio-político donde distintas fuerzas pugnan por el desarrollo social, no solo es consecuente con la instauración real de su idea sino es también aun más clarificador y ejemplificador.

Lucas R. López
lucasrl@hotmail.com.ar

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