¿Y si es locura, qué? (defensa de uno de los grados de locura eramista)

¿Y si es locura, qué? (defensa de uno de los grados de locura eramista)
Por Silvano Zapiràn
Esta claro que la pregunta filosófica, y su vinculo con el análisis de la realidad tomando la colaboración de métodos y abordajes de otras ciencias y disciplinas, solo puede emerger a partir del interés del filosofo que la formula. Este interés, en ultima instancia (aunque bien puede ser evidenciado en la superficie) remite a un interés de clase, el cual permite acercar a la práctica filosófica a determinado campo de pregunta.

Cuando conversamos sobre la amplitud del pampsiquismo monadològico como expresión fehaciente de la inmanencia de la subjetividad antipopular, debemos advertir un problema crucial del desarrollo de semejante subjetividad. El problema de tal representación aspirante a demiurgo bonapartista radica en vestirse de la subjetividad política de la sociedad a la cual intenta convencer en representar (motivación para adoptar semejante papel); mientras que la materialidad real transmuta permanentemente complejizando la posibilidad de caer presa de tal sujeto (intencionadamente) absoluto. Una realidad que desmiente, en el proceso de subjetividad política, la subjetividad antipopular en los síntomas recesivos que permiten entender su endeble e insoportable seudo-autoridad-representativa ¿Acaso el “ajuste progre”, ejecutado post-electoralmente, no habla del déficit fiscal que se profundiza? No es el modelo lo que se profundiza sino las sangrías de caja. El “tarifazo cool” que en “Cristilandia” opera como medida revolucionaria no puede tapar al “modelo del ajuste”.
La inmanencia de la subjetividad antipopular viene a presentar semejante fundamentación de tales conceptos económicos-sociológicos. Intenta asestar la adjudicación de determinadas medidas gubernamentales como propias del proceso de transformación que una sociedad experimenta y solicita para su desarrollo constante. Sin embargo, más que abanderar la reivindicación popular, su misión es taponar la misma bajo la luz reflectante del programa fondomonetarista: topes salariales; flexibilización y precariedad laboral; aumentos de tarifas e impuestos; etc. Su intención es acumular lo que Hayek titulaba como “elementos de cristal”; es decir, desplegar la inconsciencia de las normas que rigen la sociedad y los actos individualmente comprometidos con la misma. Esto se vincula con otro de los conceptos trabajados anteriormente, el concepto de “verglàs” -como reflejo de la imposibilidad de crítica que permite tomar conciencia de la subjetividad dominante al reflexionar y cuestionar su orden, principios y valores. En La Defensa de esta semana, hay publicados dos casos que pueden hacer más visible esta temática: por un lado la salida del aire de la FM Espacio del programa Ensalada Mixta de Gerardo Masiello por “hablar mal de la presidenta”; por otro lado, la caracterización de Lisandro Martínez sobre el abanico K en el HCDL desde la pluralidad sectorial-política que integra semejante grupo en el parlamento local. Un claro ejemplo del despliegue del verglàs sobre la subjetividad popular para impedir proclamar su verdadera voz. Aunque, como bien advierte Martínez sobre la potencialidad de tal grupo, su condición es meramente frágil debido al carácter arribista-oportunista de sus integrantes provenientes de los más diversos campos políticos. Justamente esta característica frágil es la propia del verglàs, aquella pequeña capa de hielo que cubre los objetos en situaciones de tiempo invernal. El verglàs que intenta mantelar la subjetividad antipopular es frágil ante los conflictos sociales que se suceden. De ahí la persecución judicial, no solo a los que luchan en reclamos genuinos sino también a aquellos que se solidarizan políticamente en estas peleas.
Frente a esto podemos sostener el predominio de cierta razón insuficiente en el despliegue de tal pampsiquismo nac & pop. El dominio que lo Uno intenta sostener, solo se asegura en la mera probabilidad. Futuro incierto. Lo único que reclamará la certidumbre de cierta razón suficiente será la determinación que imponga la conciencia popular sobre sus necesidades y propósitos frente a la crisis mundial que se desparrama sobre el globo. La redención se vislumbrará por tal cauce contraponiéndose a los canónicos mandatos del salvataje al capital financiero internacional que se hacen reciclables bajo diversos formatos en las distintas sociedades del mundo. Una receta “rechoncha” de poca cintura. Una conceptualización que intenta ser esclarecedora y que lejos está de convertirse en camp.
Es posible que una actividad de salvamento para no ahogarse en la fantasmagórica realidad que cae impuesta desde los más altos escenarios de poder sea la de desconfiar de discursos y proyecciones que intentan aglutinar la voluntad general bajo la bienaventuranza social ¿Al fin y al cabo no somos un país de buena gente? Un grado de locura que permita barrer aquello que sospechamos engañoso y que posibilite denunciar la “ilusión humana” en la cual se nos intenta enfrascar: nuevamente las analogías con el cristal de lo uno, con el verglàs. Desde esa actitud cabalgaremos en una atmósfera de concientización de la realidad que transitamos, haciendo surgir la ética desde nuestras emociones, no solo desde determinado cariz valorativo (relación de afección ante un objeto) sino desde una fuerte posición prescriptiva, la cual nos guíe, conduzca y oriente hacia la superación de nuestras penurias.

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