RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO




Chacol
28/05/10
Por Claudia Rafael
(APe).- El alma partida en dos. Si es que en algún lado existe eso que llaman alma. Algo así, siente y define con palabras escasas pero contundentes la mamá de Esteban. Se llama Graciela Alderete y a su pibe lo perdió hace ya tanto tiempo que desde entonces deambula por la vida con el dolor enclavado en sus días. Era un 28 de octubre. Tarde, muy tarde en la noche y la nada se lo devoró. Sólo supo que un par de meses antes los del comando de patrullas se lo habían llevado por la fuerza para una fiestita de la que volvió, pero no por demasiado tiempo. Era 2004. La causa penal la tuvieron todos los fiscales de la ciudad, tiene tantos cuerpos y fojas que ya no hay sitio donde guardarla. Pero de su pibe -ya lo sabe muy bien- nunca sabrá quién, cómo y por qué se lo mataron.

Sólo le quedó un cassete con el sonido de su cumbia preferida y alguno de los dibujos que solía hacerle para pegarle un te quiero sobre la heladera.
Son miles los Esteban desde aquel diciembre de 1983 en que los días volvieron a respirar la libertad de la democracia. María del Carmen Verdú, abogada de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) dijo que contabilizan 3000 desde entonces. Y que dos tercios tienen entre 14 y 25 años, mayoritariamente pobres. Es decir, 2000 pibes de 14 a 25 que ya no están. Que cayeron en la calle, atrapados por las garras de alguna de las fuerzas policiales. O torturados en una comisaría, cárcel o instituto de menores.
Tienen rostros y nombres. Tienen historias. Tienen madres y padres que quedaron deambulando por la vida sin sus cachorros. Con esa certeza espantosa que es saber que ya nunca, al levantarse cada mañana tendrán que preparles el desayuno o esperarlos sufrientes en la madrugada después de una salida al boliche.
Rosa Schonfeld era la mamá de Miguel Bru. Liliana Cerviño, la de Damián Rosende. Nora Torres se llama la madre de Víctor Balza. Elvia, la de Diego Maldonado. Norma Méndez, la madre de Emiliano y Linda, la de Mariano Vázquez. La mujer que trajo a la vida a Juan Cruz Márquez se llama Vesna y Lilia Saavedra quien cobijó en sus entrañas a Ramón Santillán. Sabina Sotelo es la madre de Víctor Vital, el santito para muchos otros pibes de los márgenes. Mercedes Gutiérrez, la mamá de Osvaldo Raúl Saliwonszyh y Alberto Barreto el papá de Gisela. El padre de José “Nuni” Ríos es Oscar y Rubén Carballo el papá de Rubén. Roxana Guerra es la madre de Mabel Guerra.
Son miles. Son tres veces mil. Ramona Quintero es la madre de Oscar Aredes y Antonio Olivera el padre de Agustín. Dolores Sigampa, la madre de Ezequiel Demonty y Miriam Medina la de Sebastián Bordón. Julieta Vinaya parió a la vida a Atahualpa Martínez.
La lista es infinita. Son dolores acumulados, que suman un dolor país de esos que no se pueden contabilizar. ¿Acaso tiene retorno la pérdida más extrema? ¿Qué nombre se le pone?
Graciela Marisa Guilis, psicóloga y coordinadora del Equipo de Salud Mental y Miembro del Equipo de Salud mental en Efectos de la Tortura durante la dictadura del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) trató de hacerlo buceando entre las infinitas historias de madres y padres atravesados por la muerte o desaparición de sus hijos.
Y es extraño. Porque casi todas las sensaciones tienen nombre. Suele haber palabras para todas las cosas. Guilis decía en el dictamen sobre la muerte de Walter David Bulacio, tras los tormentos de que fue víctima en una comisaría, que “cuando alguien pierde al cónyuge se lo llama viudo; a quien pierde un padre o una madre, se lo nombra huérfano, pero no hay nombres, en ninguna lengua, para nominar a quien sufre la muerte de un hijo. Sólo en hebreo hay un término que califica esa situación, que es “chacol”, cuya traducción más aproximada corresponde a la idea de abatimiento del alma. Esta sería la única nominación para un padre o una madre con respecto a la muerte de un hijo, y esa es la dimensión catastrófica que adquirió la muerte de Walter David en sus padres”.
Porque hay un duelo que es casi un imposible. La vida nos prepara para despedirnos de nuestros padres. Para enterrarlos y seguir adelante porque hay vida joven alrededor que nos reclama. Así, después de todo se construyó la historia de la humanidad.
Pero esos 3000 padres y madres desde la recuperación de la democracia tuvieron sobre sí un mazazo que les torció todo rumbo. No hubo leyes naturales que les explicaran porqué hay que quedarse para siempre con el arroró atragantado en el alma. Con la mano trunca de caricias para ese pelo revuelto de siempre. Porque en definitiva, no existe una ley de la naturaleza que diga que el Estado debe engullir como viene haciendo desde el 83 un pibe cada día. No hay un artículo de la Constitución Nacional o de algún código de legalidades teóricas que deje a las claras que hay que disciplinar a los excluidos con la muerte o la tortura para garantizar la gobernabilidad del régimen. Pero hay 3000 nombres que ya no son. 3000 historias que ya no se tejen en la cotidianeidad. 3000 madres y padres con el alma abatida. 3000 vidas que demuestran que hay leyes no escritas que rigen para los excluidos del sistema.

Deudas
31/05/10

Por Silvana Melo
(APe).- En la bolsa ecuménica donde se mixturan las condenas y los privilegios suele haber deudos y deudores. Indultos e indulgencias. Endeudados y desendeudados. Elegidos y desterrados. Buenos Aires provincia está en deuda infinita, impaga, injusta con millones de niños de un territorio amplio, desierto de justicia, sembrado con la pajabrava de la inequidad. Esa tierra larga y ancha, de mar y pampa, de trigo y arena, guarda una deuda terrible con centenares de miles de pibes sin rumbo, sin escuela, sin trabajo, sin casa, sin una bolsita de futuro para retirar en la puerta de algún amanecer. Asomados a un mundo de feroz hostilidad que los responsabiliza de todos los males. Amenazados con rejas y leyes terribles. Puestos a asumir la culpa original, si las espaldas de los chicos hoy dan para expiarlo todo. Y dejar a los adultos que manejan los hilos, en la paz necesaria para continuar proclamando la injusticia reina y emperatriz en las alturas bicentenarias.

Pero deudas hay muchas y diversas. Del país con las provincias. Y de las provincias con el país, por ejemplo. Las deudas, entre otras cosas, son herramientas como lazos, que sirven para llevar del cuello a los deudores. Para obligarlos, para someterlos, para humillarlos, para hacerlos propios. La Nación sabe muy bien de estas cosas y las provincias también. Las deudas como horcas al cuello no son pagadas por el presidente, los ministros del presidente, el gobernador y los ministros del gobernador. Son abonadas taxativamente, día tras día y sin posibilidad alguna de morosidad, por cada pibe con hambre, cada embarazada sin agua, cada familia sin casa, cada bebé sin nutrientes, cada casa sin trabajo.
La Presidenta de la Nación, después de arduas discusiones con las provincias deudoras y endeudadas, que deben y a las que se debe, decidió una medida de desendeudamiento que implica un año y medio de no pagar para territorios heridos gravemente en sus finanzas. Buenos Aires provincia, escenario desesperado y desesperante para cualquier apetencia política, fue la más beneficiada. El mismo Gobernador dio las cifras exactas de lo que no deberá salir de la caja bonaerense gracias a la decisión presidencial: tres mil trescientos millones en 2010 y cinco mil sescientos millones en 2011. Es decir, Buenos Aires ya no deberá pagar a la Nación 9.200 millones de pesos en los próximos 18 meses. Se le sacó de las espaldas la furia de la pesada deuda. Pero ¿se sacará Buenos Aires territorio algo de la ferocidad de su propia deuda con los más, con los vulnerables, con los olvidados de todos los tiempos?
¿Dónde elegirá colocar Buenos Aires la deuda que ya no tiene que pagar? ¿Cuáles serán sus prioridades? ¿En qué gastará? ¿En qué invertirá? ¿Gastará o invertirá? El presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social para 2010 es de 2934 millones y unas migas más. La deuda que la Provincia no tendrá que pagar equivale a tres presupuestos sociales y un rabo. ¿Irá esa cifra a calmar los dolores de los marginados y los vulnerables? ¿Habrá unos pesos para aliviar el hambre de centenares de miles de chicos que corren el riesgo de morir por causas evitables? ¿Habrá recursos para evitar que mueran los que se mueren? ¿Habrá unos miles para evitar que los pibes que no se mueren terminen en las garras del paco, cada vez más desparramado como pólvora en el fuego en los sectores más populares? ¿Habrá fondos para sostenerlos justo cuando el pie se les suelta del borde y el abismo se los devora y el mundo les pide cárcel y mano dura y muerte temprana?
O tal vez el Gobernador prefiera engordar el presupuesto para seguridad. Que tiene 4950 millones para 2010. Es decir, casi un 70 % más en condena y en represión que en rescate y equidad.
Tal vez la Provincia necesite esos fondos para construir más calabozos, más celdas, más pabellones en las cárceles y más cárceles para cuando rija la nueva ley de excarcelaciones, el nuevo Código Contravencional y la baja en la edad de imputabilidad de los chicos. Todas las decisiones tomadas por el Gobernador para amordazar y tapar con hierro y herrumbres la deuda terrible de años de mano arbitraria, de olvido sistémico, de exclusión estratégica. Acaso es la urgencia. Por tanto clamor de encierro.
Son 9.200 millones más para la Buenos Aires provincia en lo que queda de 2010 y en el 2011 electoral. Definitivamente habrá que optar. Elegir en qué se gasta. En qué se invierte. Es una opción de futuro y de profunda definición filosófica. Usar la deuda que no se paga en profundizar las brechas y los puentes de hierro o en saldar la deuda verdadera, la más dolorosa, la que carcome las raíces de la vida.
Esa deuda, que son miles y centenares de miles como hormigas en el suelo invisible, alguna vez se atreverán a levantar un vuelo en el viento. Y con un toque de ala cansada harán volver la cara de los que deciden hacia donde nunca, jamás miran. Y la verdad será un relámpago en la historia.
Los Niños y Niñas o la "Herejía de su visibilidad"
31/05/10

Crónicas de un día nublado
(APe).- El sonido de redoblantes y cajas imponía el ritmo. Asumía el rol de las antiguas llamadas uruguayas de los esclavos negros allá por el siglo XIX. Y se iba escuchando a cientos de metros con la fuerza de la primavera que irrumpe en pleno otoño en una ciudad que parecía adormecida, en medio de la llovizna pertinaz que amenazaba todo el tiempo.

“Carlitos nos va a proteger y va a hacer que no llueva”, decían un par de viejos militantes del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo y aludían a la figura del entrañable Carlos Cajade, hacedor de utopías y compañero de luchas e historias que -diría Alberto Morlachetti más tarde en su discurso- no debería haber sido enterrado sino sembrado. Y no llovió mientras se marchaba. No más que alguna lagrimita perdida del cielo.

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Un tren ahí. Lo necesitamos
01/06/10

Por Oscar Taffetani
(APe).- Desde Roque Sáenz Peña, Chaco, utilizando uno de los pocos ramales ferroviarios que funciona, salió días pasados un convoy cargado de soja, hacia el puerto de Rosario. Transportó 1.237 toneladas en un solo viaje (es decir, el equivalente a 42 camiones cerealeros) y costó un 30% menos.


El servicio ferroviario, desde esa provincia norteña, no se ofrecía desde 1989 (año de privatización y desguace; año de “ramal que para, ramal que cierra”).
La pregunta del millón, entonces, la que todos se hacen, es por qué esta Argentina de la reconversión agrícola, ésta que siembra soja y maíz transgénico hasta en las macetas de los balcones, no ha realizado una inversión estratégica en los ferrocarriles, para abaratar sus costos de transporte y hacer más competitivos los precios de sus commodities.

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Trastorno Bicentenario de la Personalidad
03/06/10
Por Alfredo Grande
(APe).- No hay peor mentira que una verdad fuera de contexto. También es cierto que algunas palabras se resisten a los cambios de contexto. Dice un nuevo aforismo implicado que, en una cultura no represora, uno es dueño de sus palabras y esclavo de sus silencios. Por lo tanto, considero legítimo tomar, no al azar y mucho menos al voleo, aquellos dichos que me han generado un cierto impacto acústico; lo que habitualmente se denomina ruido. Como le dije a un paciente: “el problema no es que usted hace siempre lo que le canta el culo. El problema es que desafina. Y cuando se desafina, la melodía tiene su quiebre, pierde continuidad.

El macrocontexto son los festejos del Bicentenario, que a mi criterio han ocasionado cambios de una profundidad tal que me autorizan a considerarlos un nuevo trastorno de la personalidad, siguiendo la idea del DSM (Disorder Statistical Manual) en el rubro V (trastorno en la circulación vehicular). El tan temido “ataque de tránsito”. Porque la 9 de Julio dejó de ser la más ancha del mundo, a causa del Bicentenario.

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