RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO




Vidas jugadas
29/03/10

Por Claudia Rafael
(APe).- El Chipi tiene la vida jugada desde hace rato. No hay horizontes detrás de sus ojos. Cuando mira, no ve. Hace rato que dejó de ver. A lo mejor por temor a verse. Por espejarse en los horrores del camino en el que fue siempre una piedrita que rodaba más y más hacia los abismos.

Se para frente al mundo como en un pedestal y prepotea la vida para imponerse y no exhibir su fragilidad. Esa que le nació, tal vez, aquel día en que apenas tenía 8 años y el viejo le dijo “vení, ya sos un hombre. Vas a hacer de campana”. No sabe cómo pero el tiempo pasó y ya tiene 14 ó 15. A veces ni él lo recuerda.
Es una estadística el Chipi. Uno de tantos. Un número al que nadie registra. Porque el tiempo que fue transcurriendo, a ritmo distinto que en los demás, le fue devorando las ganas y opacando los ojos. Esos que alguna vez supieron ser almendrados y luminosos. Pero ya no. Hoy suele asemejarse a un fantasma que deambula sin rumbos ni metas.
La primera vez fue como un flash. Sintió que era mago y marionetero al mismo tiempo. Que se olvidaba de todo y recordaba cosas que quizás ni siquiera habían existido. El paco lo enamoró. Como un amor gitano que le devoró el cerebro. Como tantas veces, se dejó subyugar por la necesidad de evadir la casa, el barrio, su gente, el viejo, la calle, la vida entera y aspiró hondo de la bolsita.
Pero el paco es otra cosa. El Chipi dice que siente que le salta el corazón o a veces se le detiene. Que la adrenalina le corre por el cuerpo y se asusta de todo. Y al mismo tiempo escucha los sonidos de las hojas que se desprenden de los árboles como queriéndose ir del mundo. Como le pasa al Chipi pero él no puede. En esos momentos piensa que la muerte lo espera y le abre los brazos entonces se entrega. Pero no. Extrañamente sigue viviendo. Entonces recae a pocos segundos de que el efecto se le diluya porque de otro modo la tormenta lo baña de una angustia insoportable. No más de cinco minutos y de vuelta a clamar por más y más en un círculo imparable.
Pedro Saposnik, director del Hospital Penna, dijo alguna vez que “los chicos se dan cuenta que se están muriendo de a poco y algunos no lo pueden soportar, no pueden esperar a verse morir y lo hacen ellos mismos rápido, suicidándose”.
A pibes como el Chipi y los miles de Chipi que deambulan por los arrabales de la vida les dicen “San la Muerte”. Por esas flacuras extremas y esos rostros demacrados. Con los sueños vendidos al primer mercader de cada esquina.
Alguna vez, Pity Alvarez, de la banda Intoxicados, contó que “la pasta base puede ser tu patrona. No la puedo dejar y es un garrón. No soy libre. Se me van las ganas de hacer música y de acariciar a mis perros. No puedo parar y es como estar muerto”.
Eduardo Laborato, referente de Sedronar, advirtió -junto a las Madres del Paco- que “cuando hablamos de drogas, decimos que siete de cada diez niños con una adicción, muere”.
La muerte se los lleva demasiado pronto. Sin dejarles saborear de la vida los manjares más bellos. Jugar a la pelota. Saltar la soga. Treparse a un árbol. Desgajar una naranja y reirse a las carcajadas hasta que la panza duela. Comer un chocolate o correr bajo la lluvia hasta desfallecer de pura felicidad.
Siete de cada diez adictos no sabrán lo que es tener un hijo ni sabrán de utopías y de caricias. El Chipi puede ser uno de esos siete. Y él lo intuye. Por eso vuelve una y otra vez más sobre ese veneno maldito que le intoxica la sangre y le destruye las palabras y el pensamiento. Siempre regresa y esas ínfimas partículas le deshacen los pulmones hasta transformarlos en náuseas que buscan el afuera.
Son los excluidos de los excluidos. Las últimas piezas de un sistema se van derrumbando en un proceso de enorme violencia. Los 90 democratizaron en vastos sectores infinitas indignidades. Y se impuso un estado social en el que con extrema perversidad se asoció el círculo represivo y el disciplinamiento social. Se llenaron los barrios más pobres de esa droga barata y cruenta que fulmina a los pibes impiadosamente. Y la ecuación es perfecta: encerrarlos o matarlos. Con la bala o con la droga.
La socióloga Alcira Daroqui escribió que “se expanden el tráfico y el consumo de drogas en los sectores más pobres, lo que también puede ser entendido o al menos debería ser analizado como otra estrategia de gobernabilidad en clave de neutralización e incapacitación de esos sectores”.
Siete de cada diez. Setenta de cada cien. Setencientos de cada mil. Se van cayendo por los acantilados de la vida como las piezas de un dominó malvado parido bajo los efectos de la inequidad. Son los residuos. Los sobrantes. Los sin retorno. Son la resaca del sistema que es necesario desactivar sin miramientos. Y la disyuntiva es tajante: disciplinarse o morir.

Los derechos humanos son mios, mios, mios
01/04/10

Por Alfredo Grande
“es grave olvidar el pasado. Pero también es grave olvidar el presente”
(aforismo implicado)

Palabras de la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en el acto por el día nacional de la memoria, la verdad y la justicia, realizado en el edificio de la ex Esma.
“Y también, como Presidenta de la Nación, tal cual lo dije en mi mensaje a la Asamblea Legislativa, queremos finalmente que se aplique la justicia con los jueces de la Constitución, que finalmente termine, como recién decía el papá que me precedió en el uso de la palabra, este capítulo tan trágico de los argentinos y podamos dar vuelta esa página de la historia pero con verdad y con justicia que es lo que queremos, no es tanto. (APLAUSOS) Nacés y tenés que saber quién sos, porque si no sabés quién sos no tenés libertad, porque no podés elegir; nadie que no pueda elegir, tiene libertad; nadie que no sepa quién es realmente, es libre. , pero no se confundan que este es un problema de derechas y de izquierdas, no. Por allí escucho alusiones a olvidar el pasado, pero el pasado no está siendo juzgado, los que están siendo juzgadas son personas concretas que cometieron violaciones, el pasado no se juzga (APLAUSOS), el pasado no se juzga, no hay ninguna figura en el Código Penal que castigue ser miembro del pasado, pero que a nadie se le ocurra porque el otro quiere ir para el otro lado, tomarlo preso, detenerlo o hacerlo desaparecer. Es muy poco lo que estamos pidiendo: libertad, libertad y democracia, libertad, democracia y justicia”.
(24 de marzo de 2010)
(APe).- La parábola que se abre cuando Néstor Kirchner en su condición de Presidente de la Nación descuelga el retrato del tirano Videla, se cierra el 24 de marzo reciente con dos actos donde el oficialismo gobernante expropia el capital simbólico de la lucha por los derechos humanos. De ser un patrimonio cultural de la militancia y las organizaciones que han sostenido batallas culturales, políticas, y de muchas otras variantes, y que una vez por año renuevan ese compromiso ético, solidario, combativo y colectivo, ha devenido un festejo donde se convoca a expresar la gratitud al Poder Ejecutivo por los logros obtenidos. Este derrape sin final, ha sido posible porque esta vez, el diario si hablaba de ti, o mejor dicho, de ellos. Los K. Al menos, algunos diarios, no todos, pero tampoco tan pocos. El devenir histórico propicia la resignificación de aquello que, en su movida inicial, pareció tener un sentido. Descolgar la foto de Videla, que de paso aclaremos que no es lo mismo que haberlo enfrentado poniendo y dejando el cuerpo, como sí lo hicieron todas las Madres todas, y todas las Abuelas todas, puso en la superficie un anhelo muy profundo del entonces Presidente. El mismo que el inmenso Rodolfo Walsh nos explicara como estrategia de la derecha: “toda lucha debe comenzar como si fuera la primera”. La negación de la actividad de la Conadep y los juicios a las Juntas Militares motivó una firme protesta del que fuera posteriormente considerado el Padre de la Democracia. Esta idea de que la función comienza cuando Yo llego (aclaro que Yo es por Él, no por mí) se denomina autoengendramiento. Aquel que nace de si mismo, casi, casi, sin pecado (político) concebido. Lo digo en otros términos: no había kirchnerismo antes que Néstor fuera elegido Presidente. Lo que si hubo, no sé si gracias a Dios que en estas cuestiones suele ser esquivo, fue un furibundo anti menemismo. Y el turco, comadreja de los llanos según señala Pino Solanas, arrugó. Después de 6 años de esos momentos fundacionales, el discurso de la Presidenta deja poco para desear pero mucho para cuestionar. El terrorismo de Estado no es un capítulo. Es un libro de varios tomos que se sigue escribiendo, y Silvia Suppo es una de sus trágicas pero ni siquiera últimas páginas. La identidad es necesaria, pero no suficiente. Los cartoneros saben quienes son, los que duermen en la calle, los hambrientos del día después y del día anterior, los torturados en las comisarías y cárceles de la democracia. Pero conocer esa identidad del dolor y del sufrimiento, quizá sea peor. Lo que sin dudar saben es que no son consumidores, por lo tanto tampoco son contribuyentes de tantos impuestos fáciles, como el confiscatorio IVA, que solo es IVA y Vuelta para los capitalistas serios, como el “don carlos” de la pauta publicitaria de la AFIP. Por supuesto que tampoco nos confundimos: es un problema de derechas y de izquierdas. Mas exactamente aún: es un problema de socialismo o barbarie. Sabemos que un fascista es un liberal asustado. Y con el kirchnerismo el liberalismo no está asustado: esta enojado, que no es lo mismo, retenciones mas, cuota hilton menos. La barbarie fundante, el hambre, sigue siendo otro hecho maldito de este país burgués. Y apuesto que el “gordo” Cooke estaría de acuerdo. Desde ya que no hay ninguna figura del Código Penal que castigue el pasado. Pero querer juzgar al pasado con el código penal es un reduccionismo jurídico. Al pasado se lo juzga (evalúa, pondera, se cuestiona cada una de las historias oficiales) con otros códigos: políticos, filosóficos, éticos, morales, afectivos, ideológicos. Y veces incluso, se lo condena. Pero es la misma flecha envenenada con la que se apunta a las niñas y niños sin niñez: la responsabilidad penal. Y su cría predilecta: la policía, sea metropolitana o maldita. Es la carrera entre Macri/Scioli para ver quien logra mayor adhesión de los vecinos insensibles. ¿Pedir democracia, libertad y justicia es poco? Pienso que con 27 años de gobiernos constitucionales y vigencia del Estado de Derecho, es mucho para pedir. Y mucho más para esperar, aunque me parezca suicida esperar sentado. Y en verdad es mucho, y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia tuvo que re inventar su marcha, por el implante oficialista en Plaza de Mayo. Pero este segundo acto, es la continuidad del primer acto en la ESMA. ¿Cómo se llama la obra? Propongo: “Los Derechos Humanos son míos, míos, míos”. La convicción que sea el kirchnerismo el garante de los derechos humanos tiene la misma estructura de un delirio. O sea: es una idea errónea, no pasible de crítica, y que condiciona la conducta del sujeto. Si la palabra “delirio” resulta ofensiva, tengo otras, como diría Groucho Marx. Es un ritornello del pensamiento único. Confirmado por este silogismo berreta: “Los gorilas me critican. Ud. me critica. Ud. es gorila”. Si bien mi tamaño apenas alcanza para un chimpancé medianamente robusto, tomo nota del riesgo. Este pensamiento único / delirio tiene, necesariamente, un núcleo de verdad. Este núcleo lo hace consistente, coherente y creíble. Y ese núcleo de verdad es Hebe de Bonafini. Luchadora valiente contra la tiranía cívico militar. Todas las Madres todas han sostenido en los años mas sangrientos una condición que, al decir de Osvaldo Bayer, las ha convertido en “madres invictas”. Su presencia en el segundo acto ratifica los dichos del primer acto. La multitud, la militancia, los combatientes, los trabajadores, los ciudadanos con dignidad, dieron el marco para que el derrape de considerar al kirchnerismo como el único garante real y simbólico de la lucha por los derechos humanos, exigiera entonces al menos tres actos, entre sucesivos y simultáneos. Pero para que el 24 de marzo de 2010, (año del bicentenario, dos siglos que exigen una remixada historia oficial) pudiera sostenerse, un hada no fue invitada al banquete oficialista. En verdad fueron varias, pero una simboliza a todas y a todos: Julio Jorge Lopez. El “otro” núcleo de verdad. Ninguno de los dos actos quiso incluirlo, y entonces la obra ratifica el título que propuse. Porque si los derechos humanos son míos, míos, míos, nada que interpele ese delirio, ese pensamiento único, puede ser tolerado. En el discurso “úniko” de los derechos humanos, no hay espacio para dos núcleos de verdad antagónicos. Tampoco puede ser mencionado el hambre, ni el gatillo cada vez mas fácil, ni el horror de las cárceles. En este mundo K Feliz, de logros ciertos, una sombra sombría se ha instalado. No es la acción de los fascismos, embozados, remixados, o en el estado puro de la raza asesina. Fueron enfrentados cientos de veces por la militancia combativa que siempre se instaló del lado de las izquierdas, incluso peronista. La sombra sombría es el furor de hegemonía. Donde todo lo bueno es propio, todo lo ajeno es malo. Los logros de la gestión no merecen este final. Ni lo propio es tan bueno, ni lo extraño es tan malo. Y la legendaria lucha por los derechos humanos, es también, la lucha contra todo intento de captura y hegemonía. No necesitamos ningún Papa Constantino que haga de los derechos humanos una religión de Estado.
“El acto estaba terminando. Miraba para decidir por donde era mas fácil salir. Sentí un tironeo en mi pantalón. Me sobresalté, como me sigue pasando, aniversario mas, aniversario menos. Me tranquilicé. En su silla de ruedas, herencia de la crueldad de la tortura, el maestro me miraba sonriendo. Lo abracé. Me dijo en tono de confidencia. -Recién los vi, están juntos contentos de ver a toda esta multitud. -A quien viò, maestro?-pregunté suponiendo que se refería a compañeros comunes. -A Julio Lopez y a Luciano Arruga. Están juntos ahora. Y vieras como se acompañan. Me estremecí. Hacia algunos años que había atendido al maestro desde mi profesión de psiquiatra.-Le habrá parecido, maestro- intenté aclararle. -No, en serio. Los vi…Solamente los que sufren demasiado tienen la capacidad de ver ciertas cosas. De pronto me encontré llorando. Me dijo: -calma compañero. No se ponga triste. Los derechos humanos son nuestros, nuestros, nuestros. -Asi es maestro. Asi es. Y me quedé con él.

Silvia, mucha mujer
30/03/10

Carlos del Frade
(APe).- -Silvia Suppo, mucha mujer…

Esa fue la definición que eligió un sobreviviente del terrorismo de estado cuando se enteró del asesinato de la militante que supo soportar como pocos la sistemática depredación de su cuerpo cuando fue detenida desaparecida en los circuitos de la represión en la zona del Gran Santa Fe.
Acababa de testimoniar en el juicio que se le hizo al ex juez federal Víctor Hermes Bussa, magistrado por pedido del destacamento de inteligencia del ejército y acatado por los senadores nacionales del peronismo a principios de la democracia. Silvia contó una y otra vez lo que le habían hecho y sin embargo estaba allí, de pie sobre las ruinas, abrazada a la memoria como una de las mejores herramientas para construir el mundo que soñaba para su nieta, su gran amor, su nuevo sol después de la pérdida de sus otros amores.

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