RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO




A esta hora exactamente hay un parto en la calle...
26/02/09
Por Alfredo Grande
"la historia tiene dos parteras: la violencia y el amor"
(aforismo implicado)

La familia vivía en Florencio Varela. Hace un par de años se les prendió fuego la casilla que habitaban y se vinieron hacia aquí. "Habíamos perdido todo. Hasta la ropa de los chicos", recuerda la señora. Por más que su historia es trágica por los cuatro costados, cuando habla no se lamenta. Tampoco busca generar compasión.
Sandra Guaianone, una chaqueña pecosa y de pelo castaño tirando a pelirrojo, reside en Puerto Madero, el barrio más caro de Buenos Aires, a metros nomás de departamentos que valen hasta 6.000 dólares el metro cuadrado. Pero su hogar no despierta envidia sino pena: vive en una trapera -imposible denominarla de otra manera- que armó con bolsas plásticas y cartón debajo de un pino en la calle. Allí, ayer temprano, parió a su quinto hijo, una beba deliciosa y de 3,400 kilos a la que llamó Brisa Nicole.
"¿Qué espero para Brisa? Ya nació sanita, así que no espero nada más", contesta Sandra. Sólo dice, y a insistencia de Clarín, que le harían falta pañales, leche y ropa para la beba. Y con dignidad insiste en que nada más necesita, aunque es obvio que miente.
(Diario Clarín 20/02/09)

(APE).- Cuánto tiempo pasó desde que nos indignamos al escuchar cantar a Víctor Heredia "a esta hora exactamente, hay un niño en la calle"? Posteriormente, fue "de la calle", más tarde "en situación de calle" o algún otro eufemismo. Pero el significante duro "calle" se mantuvo. La calle era el espacio de lo público, por donde todos pasaban, pero nadie se quedaba. Era la franja del nomadismo ciudadano. Cruzarla, caminarla, esquivarla, mirarla desde su prima hermana la vereda. Pero nunca quedarse. Porque estar de patitas en la calle era, y lo sigue siendo, la marca del desamparo. Al descubierto, sin abrigo, sin consuelo. Linyera, croto, el loco del barrio, el borracho perdido que siempre alguien encontraba, los viejos sin pasado, los náufragos de la tierra. La calle podía ser el peor de los cementerios, el más execrable de los hospitales, pero nunca podía pensarse en que fuera una maternidad. Que un niño llegara a este mundo y que este mundo le ofreciera el siniestro lobby de la calle. Porque tampoco es la condición transitoria de la calle. Un parto en tránsito, del departamento en Palermo chico a la clínica 5 estrellas del convenio de la multi con la prepaga. No se adelantó y lo agarró callejeando. No es el parto callejero por derecho propio, como cantaría el gran Alberto Cortez, modificando apenas la canción tributo a ese perro que nunca tuvo dueño. Es un parto en la calle, porque la madre, el padre, toda esa familia está en la calle. Hace dos años. Y seguramente más. La nota con esa mezcla de hipocresía y cinismo dice que residen en puerto madero. Hubiera faltado decir en el primer mundo. Y agrega, para los que estamos poco advertidos, que el metro cuadrado vale 6.000 dólares. Si lo único cuadrado fueran los metros, otro gallo cantaría. Para la subjetividad consumista al cuadrado confunde, y no ingenuamente, un asentamiento individual-familiar, con una residencia. No residen en puerto madero, naturalmente. Es una familia pequeña, pequeña, en estado de indefensión absoluta, quizá ni siquiera sean monotributistas, que armó un solitario campamento de refugiados, sin estar avalados ni siquiera por una ONG y con certeza ni siquiera se hayan enterado que buenos aires hace. Puerto Madero es el monumento a Roca que el menemismo construyó. Lejos los anhelos de transformar el sheraton hotel en un hospital de niños, queda en esa ciudad dentro de la ciudad, la cicatriz del vaciamiento económico, político y cultural de un pueblo. El cronista avanza más diciendo que nadie envidia la caverna de plástico en la que viven. Ni envidia, pero tampoco pena... La pena de muerte en estos tiempos donde no hay cólera, excepto por cuestiones de caja, es la indiferencia global. Por eso apenas son noticia por ese aullido de la vida, ese nacimiento en un cementerio de esperanzas, en esa calle ofendida como san francisco en el vaticano, y que encima tiene la audacia de nacer sanita. Enferma terminal es la sociedad que la recibió, o, para hablar con la propiedad que el capitalismo serio nos exige, que la asienta. Quizá por un tiempo despierte la misma ternura que un koala salvado del incendio. Cuando ya todos hablemos de otra cosa, la beba deliciosa, apenas será una brisa. Ojalá que una luz cegadora transformara esa brisa en un viento huracanado. Un tsunami libertario donde puerto madero pase a formar parte de las realizaciones del socialismo del siglo XXI. El cronista señala: la madre no pide nada más. ¿Cómo pedir algo cuando se necesita todo? La madre hizo y lo hizo más que bien, su función de partera de otra historia. La cuidó en su vientre, la parió sana y salva, y recién en el hospital el cordón que marca el lazo biológico y amoroso fue cortado. Los 3 kilos y monedas casi son una afrenta a las clases medias. Después dicen que hay hambre en la argentina... El cronista señala: la madre no pide nada más, aunque es obvio que miente. La madre no miente: no tiene que pedir por sus derechos. Quizá no pueda luchar para defenderlos, porque el tiempo de criar 5 hijos en un asentamiento precario no aumenta necesariamente el horizonte de lo posible. Pero mentir no miente. ¿O acaso la marcha de los Chicos del Pueblo fue para pedir al sistema predador algunas libras de carne que escapen a la cuota Milton? Sólo saben los que luchan, y una forma de luchar es también apropiarse de lo que nos ha sido robado. O acaso alguien cree que se pagan 6000 dólares el metro cuadrado con dinero ganado con el sudor de la propia frente? Con los aires acondicionados a full, no hay sudor, y mucho menos en la frente. Hay una gran mentira, que de tan gran mentira es una colosal estafa. La padecemos todos los días y todas las noches. Algunos llaman a esa estafa... "burbujas". En este año, estarán en primer plano las electorales, y esa delirante burbuja de la web que se denomina "mapa de la inseguridad" con la imagen de un sonriente pensador que mucho tiene que ver con la inseguridad diaria y nocturna de Brisa y su familia.
Que no sea una brisa. El evangelio dice que los que siembran la discordia en casa del hermano, heredarán el viento. Y hay demasiada discordia sembrada, con el glifosato del brutal saqueo al pueblo. Los vientos de las historias emancipadoras tomarán cada vez más fuerza. No habrá que pedir nada, pero habrá que exigir todo. Para que más temprano que tarde podamos decir que a esta hora exactamente, no hay más partos en la calle.

Vidas de maestros
20/02/09
Por Oscar Taffetani

(APe).- Algunos sindicatos docentes vienen desarrollando talleres y encuentros, en los últimos años, bajo el sugestivo -y muy freudiano- título de El malestar docente. "La situación de pobreza extrema -se dijo en uno de esos encuentros- nos llevó a convertirnos en contenedores sociales, en vez de ahondar en estrategias pedagógicas. (...) La crisis ha hecho que los docentes estén más preocupados en los insumos para los alimentos del comedor que en las cuestiones de calidad educativa..." Como aporte a ese debate, creemos oportuno refrescar la memoria sobre el ejemplo silencioso de dos maestros argentinos.
En su relato "Shunko", el maestro rural Jorge W. Ábalos describía a fines de los años '50 la dura y bella experiencia de un docente con hábitos urbanos, puesto a convivir (es decir, a enseñar y aprender) junto a los niños shalakos, habitantes del insondable Chaco santiagueño. Ábalos -gran colaborador del médico Salvador Mazza- enseñó a leer y a escribir, y también a lavarse la cara y a vestir; y aprendió a la vez, de sus niños, a reconocer los bichos del monte, colaborando luego en su estudio y en el desarrollo de vacunas y antídotos. La sabiduría de los niños shalakos llegó -a través del maestro Ábalos- a las universidades de Tucumán y Córdoba, y también a las de Río de Janeiro y Harvard.
Otro docente que supo enseñar y aprender, sobreponiéndose a la desidia y el olvido estatales, fue Jorge Augusto Mendoza, hijo de Nicolaza Nelson de Mendoza, directora de la Escuela Nacional Nro. 112 de Chucalezna, perdida en un valle de los Andes jujeños. La escuela de Chucalezna era, en palabras del maestro Mendoza (recién egresado de la prestigiosa "Prilidiano Pueyrredón", allá por los '60) "un ranchito humilde y prolijo, de paredes blancas, armado con bloques de barro y paja..."
Jorge Mendoza y su madre Nicolaza les dieron de comer y de leer a sus niños. Y también les enseñaron a poner sobre los papeles, las paredes y las telas todos los colores del amanecer y el atardecer en los valles.
La experiencia fue recogida en el bello cortometraje "Chucalezna" rodado por Jorge Prelorán, uno de los padres del documentalismo argentino. Y las admirables pinturas de Juan Humberto Aracena, Zoilo Gaspar, Dominga Saiquita y otros niños de la escuela son hasta hoy exhibidas en museos de la Argentina y el mundo.
Malestar vs. bienestar
La perspectiva sindical para el abordaje del problema docente no es la única posible. Debe completarse siempre con esa otra perspectiva, vivencial y pedagógica, que brinda el contacto directo -solidario- con el dolor, las alegrías y las esperanzas de la comunidad educativa. El tiempo empleado en "contener" a un niño golpeado por la pobreza y el desamparo, por eso, no es nunca un tiempo perdido para el docente. Ni puede ser excusa para dejar de ahondar en las "estrategias pedagógicas". Ni una excusa para privarse de eso que puede ser -tratándose de docentes- otra forma de la felicidad.
La demanda educativa incluye (de más está aclararlo) el bienestar del docente. Pero el docente, antes que un burócrata, es un ser dispuesto a dar, a enseñar y aprender, siempre.
En 1929, ilustrando sobre lo relativo de cualquier apreciación, Sigmund Freud concluía uno de los capítulos de "El Malestar en la Cultura" con las palabras que el poeta Schiller había puesto en boca de un buzo que acababa de emerger de las profundidades: "¡Alégrense los que puedan respirar, a la rosada luz del día!"

Gaza, o la naturalización del horror
24/02/09
Por Oscar Taffetani

(APe).- Una caravana con alimentos, medicinas, ropa y juguetes donados por ciudadanos británicos a niños palestinos llegará este 2 de marzo a Rafah, frontera entre Egipto y la Franja de Gaza. Son 100 camiones y alrededor de 200 voluntarios, convocados por organizaciones políticas y humanitarias.
Este mismo 2 de marzo será inaugurada en El Cairo la primera Conferencia Internacional de Donantes para Gaza, a la que ya ha comprometido su asistencia la flamante secretaria de Estado del gabinete de Obama, Hillary Clinton.
Entre el 11 y el 13 de marzo, ya en territorio gazano, se dictará el tercer seminario titulado Cirugía de Guerra, organizado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Participarán de él más de 60 cirujanos palestinos y un número semejante de enfermeros, socorristas y expertos con misiones cumplidas en Iraq, Sri-Lanka, Líbano, Chad, Kenia, Sudán, Congo-Kinshasa y Afganistán. "Se debatirán -leemos en un cable- las últimas técnicas para tratamiento de heridas causadas por armas. Habrá sesiones sobre balística, ortopedia y prótesis. También se estudiará el tratamiento de heridas vasculares y abdominales..."
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