RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


La canción de Bolivia
26/01/09

Por Oscar Taffetani


(APe).- Es raro el nombre Evo. Siglos de historia sagrada del cristianismo dieron a la palabra Eva una connotación femenina. Eva, la mujer original. Eva, la pecadora original. Eva como una parte del género humano creadora de vida, a la vez negada y sumergida, siempre sometida al dictado del Pater masculino.
Es raro el nombre Evo. Pero María Mamani, una campesina aymara a la que le había llegado el gesto (antes que la palabra) de un presidente argentino llamado Juan Perón y (sobre todo) el de su esposa llamada Eva, decidió llamar a uno de sus hijos Juan Evo Morales. Así de simple.
Evo Morales, dirigente cocalero, uno de los tres hijos de María Mamani que logró sobrevivir (porque otros cuatro se perdieron muy temprano, a causa de enfermedades de la pobreza), medio siglo después de aquella simple decisión nominativa de su madre, ha conseguido que la mayoría del pueblo boliviano, el pueblo que lo eligió Presidente a fines de 2005, lo ratificara este último domingo en las urnas, y del mejor modo posible: votando el SÍ a una histórica reforma de la Constitución, votando el SÍ contra el latifundio y los gamonales, votando el SÍ a un programa en donde por primera vez en la historia de América los habitantes originarios, los auténticos hijos de la tierra, deciden tomar el destino en sus manos.
Chicho y Evo, comparados
Salvador Chicho Allende Gossens Castro Uribe, médico perteneciente a una élite de liberales y masones que nutrieron al radicalismo y luego al socialismo en Chile, pudo llegar en 1970 -tras recorrer un largo escalafón y sufrir no pocas derrotas- a la Presidencia de ese país, como líder de la coalición llamada Unidad Popular.
A semejanza de lo que pasa hoy en Bolivia, muy pronto Chile quedó dividido en dos. De un lado, esa inestable coalición que había llevado a Allende a la presidencia, con claro apoyo obrero y popular. Del otro, los sectores medios y la “aristocracia” económica y política, comprometida con las empresas norteamericanas y con el poder terrateniente.
Con su país partido y con un permanente complot golpista alentado por Washington (recordemos que América latina era un ardiente volcán clavado en medio de la Guerra Fría), la vía chilena al socialismo, tenía pocas posibilidades de afianzarse y prosperar.
La peor confirmación de ese pronóstico llegó un nefasto 11 de septiembre de 1973, de la mano de Augusto Pinochet y de un grupo de militares entrenados y obedientes, al servicio del Imperio.
Evo Morales Ayma, el hijo de María Mamani (por qué no rescatar su linaje) encabeza lo que podríamos llamar, aunque parezca ligero, la vía boliviana al socialismo.
¿En qué consiste? Consiste en volver a dar a palabras muy caras de la mitología occidental -como democracia- su sentido profundo. Porque así como la democracia ateniense -primera de la Historia- tenía el vicio natal de dejar afuera de los derechos a la humanidad esclavizada, así también las democracias bolivianas paridas por la Independencia -y hasta el Grito de Chuquisaca, del 25 de Mayo de 1809- tenían la imperfección de haber dejado afuera de las decisiones y del gobierno a las etnias originarias.
Ésa, creemos, es la gran diferencia que existe entre la malograda vía chilena al socialismo y esta prometedora y vibrante vía boliviana que hoy lidera Evo Morales.
Dios y sus distritos
En todo el departamento de Santa Cruz de la Sierra, dilapidando fondos y recursos que podrían haberse empleado para mejores fines, la oposición cerró filas contra el proyecto “ateo”, “abortista” y “disgregador” del MAS y de Evo Morales.
“Dios vota NO”, fue la atemorizante consigna lanzada en la oportunidad. Siglos de opresión, de ignorancia y servidumbre, en una sola frase.
Y Dios votó NO en Santa Cruz de la Sierra, efectivamente, lo mismo que en Tarija, Beni y Pando. Claro que Dios votó SÍ en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, que son los distritos más populosos y determinantes. En Tarija, hasta que no se haga el escrutinio definitivo, todavía no puede saberse cómo votó Dios.
Evo Morales Ayma -el hijo de María Mamani- ha conseguido que el pueblo boliviano, siguiendo las reglas de la democracia occidental, le diera el SÍ a los 411 artículos de la nueva Constitución.
También ha conseguido que por amplísima mayoría sea aprobada una reforma agraria que impedirá tenencias individuales de tierra de más de 5.000 hectáreas.
Hecha la reforma agraria y nacionalizados los recursos mineros y energéticos, Bolivia, éste país al que los analistas internacionales, hasta hace poco, calificaban de “inviable”, está dando al mundo un ejemplo de dignidad y valentía incontrastable.
No podemos predecir el futuro. Cómo va a votar el Cielo en las próximas elecciones. O qué decisiones va a tomar la Crisis, la temible Crisis, respecto de Bolivia y otros países del área.
Sí podemos saber que lo recorrido hasta aquí es mucho. Y que haber declarado a Bolivia territorio libre de analfabetismo, en apenas dos años de esfuerzo estatal y comunitario, es admirable.
Sí podemos saber que las etnias originarias del Altiplano y del Chaco, del Ande y de la Selva, han conquistado una oportunidad histórica -más allá de éste o de aquel gobierno- de afirmarse, de hablar con su propia voz y de tomar en las propias manos, como ya dijimos, su destino.
Curiosamente, Morales era el primer nombre que el cacique Manuel Namuncurá había puesto a uno de sus hijos, nacido en Chimpay. Al bautizar al niño, en 1887, un cura salesiano decidió cambiar el nombre nativo por otro que tomó del santoral: Ceferino.
Acaso esta reaparición de “Morales” en nuestra historia, sea una reivindicación secreta. Una humorada de Dios, que vota en las elecciones bolivianas y que -mal que le pese a Einstein- ¡juega a los dados!

La enfermedad inexistente
27/01/09

Por Miguel A. Semán

Puede llegar un día en que la peste,para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir a una ciudad dichosa.Albert Camus

(APe).- La peor epidemia es la que no existe. Muchos médicos y pacientes en la Argentina piensan que la tuberculosis es cosa del pasado, mientras que otros la creen confinada a regiones tan remotas como el impenetrable chaqueño donde se disputa sus víctimas con la meningitis o la menos conocida leishmaniasis. Pero la realidad indica que es posible que con el paso de los años la tuberculosis se convierta en una de las pandemias más graves para la humanidad.
En febrero pasado un chico de 9 años, Brígido Petiso, que vivía en la localidad de Paso Sosa en el Chaco, murió en el Hospital Pediátrico de Resistencia como consecuencia de una enfermedad que pudo haber sido cualquiera de las tres. Los médicos señalaron una sin descartar a las otras dos.
En nuestro país, con un grave problema de subregistro de casos, se detectan 12.000 nuevos enfermos por año y en el 2006 se denunciaron 805 muertes por tuberculosis. La desinformación, el descreimiento y un sistema sanitario de reacciones tardías hacen que los enfermos lleguen a la consulta en situación muchas veces desesperante, después de haber pasado por varios diagnósticos equivocados o por ninguno.
Pese a las barreras imaginarias más del 10% de los casos del país se producen en la ciudad de Buenos Aires. Aunque en el último año el Ministerio de Salud porteño informó que la cifra había ascendido a 2.500 enfermos. Dos de las zonas más afectadas son la Isla Maciel y Ciudad Oculta. Los factores que contribuyen al aumento de las infecciones: subalimentación, falta de servicios básicos y paco.
Médicos, agentes sanitarios, enfermos y familiares no dejan de repetir, como si estuvieran conviviendo con un fantasma, que creían que se trataba de una enfermedad del pasado. Lo que no deja de ser verdad: el pasado con sus catástrofes y sus peores pestes vuelve a cerrarnos el paso una vez más para decirnos que no hemos llegado tan lejos.
Los incas antes de la aparición de los españoles ya la padecían. La conocieron los egipcios en tiempos de los faraones. También griegos, chinos y babilonios. La diferencia entre la tuberculosis de los antiguos y la nuestra tal vez radique en que aquella era más universal, no distinguía entre ricos y pobres, débiles y poderosos. La enfermedad de nuestros días en cambio, conjurada en parte por los avances de la medicina, se ensaña con los más vulnerables.
Cuando en 1995 la OMS comunicó que la cantidad de muertos por tuberculosis de ese año había sido la más alta de todos los años de la historia estaba indicando que la enfermedad venía en busca de sus nuevas víctimas. Lo que hasta las primeras décadas del siglo veinte había sido el mal de los espíritus delicados, sensibles y bohemios hoy se asienta en la miseria, la subalimentación, la falta de higiene, la desinformación y la carencia de toda cobertura sanitaria.
Los pronósticos dicen que en los próximos cincuenta años 500 millones de personas podrían infectarse y en muchos casos se trataría de tuberculosis polifármacorresistente, es decir cepas del bacilo inmunes a varios tipos de medicamentos.
Las enfermedades que en la antigüedad aparecían como castigos sobrenaturales o posesiones demoníacas, hoy se han convertido en catástrofes sociales, tan evitables que para muchos no existen aunque nos dejen un muerto en cada esquina. Sólo quienes las padecen saben que la enfermedad más feroz es la que no existe y la peor epidemia aquella que creíamos derrotada.

El cuerpo de la pobreza
15/01/09

Por Vicente Zito Lema

(APe).- Ser en la pobreza, en la desmesura sufriente de un ser entre las sombras de su existencia. En la desmesura absoluta de las pasiones tristes que lo desviven y en la desesperación tan ávida como lejana de la felicidad, un territorio más que utópico, apenas ilusorio.
Ser en la pobreza, en la irracionalidad de una época de pobreza que deviene por fuera del sentido trasmitido como lo vero humano. Ser en la pobreza, con una lógica y en una estrategia para responder a una necesidad urdida en el consumo de la vida, donde la pobreza también se consume como fruto maldito, como vacío descarnado del otro, como certeza del peligro que encarna el otro... en tanto espejo de una existencia sólo posible en el horror.

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