RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO

Una consigna admirable
15/05/08

Por Oscar Taffetani

(APe).- La expresión mano de Dios estaba en los antiguos contratos de navegación y en la letra chica de las pólizas de seguros. Con ella se dejaba sentado que los rayos que pueden partir en dos un barco o las montañas que pueden desmoronarse sobre tranquilos villorios son fatalidades, y que corresponde eximir de cualquier responsabilidad a las partes.
Demos un ejemplo de actualidad: las cenizas de la quema de pastizales en el delta del Paraná, viajando hasta las grandes ciudades argentinas y haciendo toser a sus habitantes, son obra de malvados terroristas agrarios. Las cenizas del volcán Chaitén, en cambio, que llegan a las grandes ciudades argentinas y hacen toser a sus habitantes, son obra de la mano de Dios.
Una mano de Dios más modesta y manejable es el cambio climático. Convertido en panacea informativa, se atribuyen a él los calores y fríos extremos, las lluvias e inundaciones, los pájaros que se equivocan (diría Hegel) y hasta los brotes de las plantas fuera de estación.
El malvado CC vendría a ser responsable de las nuevas plagas de Egipto. Un Bin Laden de la naturaleza, que acecha en cada esquina.
Pero el cambio climático (sin negar que existe y que es necesario unir fuerzas en todo el mundo para combatirlo) no sirve para explicar cada cosa rara o problemática que ocurre en el planeta.
Lo que criticamos, entonces, es su utilización como fetiche y como explicación universal de las catástrofes.
Urbicidio y masacre
La catástrofe del huracán Katrina, en 2005, convertida en urbicidio y en masacre de los pobres de Nueva Orleans, tuvo causas concretas, que fueron la especulación inmobiliaria, el afán de lucro, el egoísmo de los pudientes y la inmoralidad de un gobierno que cuidaba sus negocios particulares antes que el bien público.
No fueron el CC, ni el huracán Katrina (uno de los tantos que visitan los pueblos del Caribe, cada año) los autores de la masacre. Los autores de la masacre tienen nombre y apellido. Y siguen impunes, dicho sea de paso.
Hay catástrofes naturales, por supuesto. Pero esas catástrofes naturales tienen víctimas humanas, tienen observadores y hasta tienen beneficiarios. Ésa es la diferencia que la palabra enmascara.
En la neolengua de los organismos de socorro se denomina “catástrofe humanitaria” a las hambrunas y epidemias que se propagan como consecuencia de una guerra o una migración forzosa. He allí otra máscara.
¿Son las catástrofes imprevisibles? ¿Son sus efectos incontrolables? ¿Son una fatalidad?
“Instruído por impacientes maestros -escribió Brecht- el pobre oye que la gotera del techo de su cuarto ha sido prevista por Dios en persona”.
Cristianos brechtianos
En la iglesia de la Santa Cruz, hace algunas semanas, vimos colgada una pancarta con una consigna que expresaba el mismo concepto del poema de Brecht, sólo que había sido elaborada por militantes cristianos: “El Hambre no es voluntad de Dios”, se leía.
Quienes quieran empezar a cambiar las cosas, deberán hacer caer, una por una, las máscaras que nos ocultan la realidad. Esos muchachos y muchachas de la parroquia de la Santa Cruz ya lo están haciendo. Sólo alegría y fervor, y un gran abrazo, para ellos.

Cristina y Moreno

13/05/08
Por Carlos del Frade
(APe).- La campaña política de la señora Cristina Fernández que terminó convirtiéndola en presidenta de los argentinos, costó ocho millones de pesos en sus cinco giras alrededor del planeta en menos de un mes. La entonces candidata dejó propinas por 8.750 dólares en tres días, contrató suites por 2.200 euros por noche y desayunó en su habitación por 165 dólares. Números que hoy están siendo investigados por la justicia argentina a través del doctor Norberto Oyarbide. Casi ocho millones de pesos en cinco viajes durante veinticuatro días. Una obscenidad. Más si se tiene en cuenta que la propia señora sueña con convocar al gran acuerdo por el bicentenario del sueño colectivo inconcluso lanzado aquel lejano 25 de mayo de 1810. En aquellas horas primeras, cuando el país era la apasionada fiebre de un grupo de no más de mil revolucionarios que decidieron inventar una nación, el secretario del primer gobierno, el desesperado Mariano Moreno, sostuvo que el salario del presidente debía ser igual al de un maestro. Ni más ni menos que los ingresos mensuales de un maestro. Eso debía ganar un presidente. La misma cantidad de dinero que un educador de las hijas y los hijos del pueblo. Casi doscientos años después, la respuesta de los gobernantes argentinos distan mucho de aquel ideal igualitario de Moreno. Quien hoy convoca a pensar de las distancias que separan la realidad del presente con los proyectos de mayo de 1810, no tuvo ningún reparo en gastar casi ocho millones de pesos en menos de un mes para instalar su figura en el extranjero. Una cantidad de dinero que jamás podría gastar no uno, sino la totalidad de las maestras y maestros argentinos en menos de treinta días. La causa que ahora se tramita en los juzgados federales intenta investigar si hubo “malversación de caudales públicos, peculado, y/o dádivas”. La información sostiene que a nombre de la señora presidenta, “en el viaje a París”, aparecen “pedidos de ‘anticipo para gastos de asistencia’ a Cristina por 130.000 euros. Hay que recordar que el viaje duró siete días. En ese período, Mazza, Núñez y La Torre presentaron viáticos por US$ 22.000 en total. La candidata y sus funcionarios se alojaron en el hotel Le Meurice, instalado sobre la romántica Rue de Rivoli. Desde ahí podían caminar hasta el Louvre o la Place de la Concorde, que quedan a pocos metros, al igual que las boutiques más sofisticadas como Hermes, Chanel, John Galliano y las inaccesibles joyerías de la Place Vendôme. Para que la candidata durmiera en Le Meurice, el Estado argentino gastó 19.860 euros, que al cambio de aquel día (4,08) equivalen a 81.028,80 pesos. Sólo la suite presidencial para Cristina costaba 2.200 euros por noche”, apuntan las crónicas periodísticas. A casi doscientos años del sueño colectivo inconcluso de mayo de 1810, los dineros gastados por la ahora presidenta representan una soberana bofetada a la memoria de Moreno, Castelli, Belgrano y miles y miles que se jugaron la vida y la perdieron por hacer realidad aquello de ver en el trono de la vida cotidiana a la noble igualdad. La presidenta, mientras tanto, sigue adelante. No le interesa demasiado tomar conciencia que su convocatoria para el bicentenario es, en realidad, el epílogo de aquel proyecto.
Fuente de datos:

Diario Crítica 04-05-08

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