RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


Shopping de los Niños
18/07/07
Por Oscar Taffetani
(APE).- Carlos Wysokikamien (director del emprendimiento), Marta Penadés (responsable de marketing), Andrewina McCubbin (directora general de Coca Cola Uruguay) y Juan Carlos López Mena (presidente de Buquebus), han saludado con entusiasmo la iniciación de las obras del Shopping de los Niños, en la ciudad de Montevideo.

“Con 3.000 metros cuadrados proyectados -se lee en una nota promocional- el Shopping de los Niños es una iniciativa pionera en Sudamérica...”
“Será un territorio en el que nuestros infantes -se lee en otra nota- aprenderán a ser adultos, a interrelacionarse con sus semejantes, a ser ciudadanos, en suma. (...) Allí los menores podrán jugar a trabajar, comprar o vender, aprender cómo funciona una fábrica de pastas, sacar la licencia de conducir, hacerse un chequeo médico, desentrañar los inquietantes misterios de una máquina que escupe botellas de refrescos y utilizar su propio dinero virtual o real...”
Sin ánimo de pinchar ese globo publicitario inflado con tantas ganas en la vecina orilla, recordemos que en el planeta, a la fecha, funcionan más de 400 museos de los niños, casi todos vinculados con centros comerciales y de recreación.
Los únicos privilegiados...
Uno de los emprendimientos verdaderamente pioneros en la materia, fue la República de los Niños, construida en 1949, durante el primer gobierno justicialista. Ocupa 92 hectáreas (920.000 metros cuadrados) que alguna vez pertenecieron al Swift Golf Club, en la localidad de Gonnet, provincia de Buenos Aires.
La República de los Niños tiene 50 edificios construidos casi todos a escala infantil, con un gran lago, islas y cinco kilómetros de rieles para que circulen trencitos.
El edificio del Banco, en esa mini ciudad, es una réplica en escala del Palacio Ducal de Venecia. El Museo del Muñeco es una réplica del Taj Mahal de la India. La capilla tiene arquitectura gótica, lo mismo que el Palacio de Justicia.
Sin duda los ingenieros civiles Lima, Cuenca y Gallo, encargados de dirigir esa obra que inauguró el Presidente de la Nación, en noviembre de 1951, sabían lo que hacían.
Pero mentiríamos si dijéramos que la República de los Niños con más de medio siglo a cuestas, mantiene el espíritu fundacional. Hoy es apenas un parque de diversiones, con juegos mecánicos y electrónicos, donde es posible pasear por las ruinas de una República que alguna vez (allí está la prueba) existió.
Ciudadanitos y consumidores
Otro antecedente importante es el complejo Urbania-Museo de los Niños que funciona en el Shopping Abasto, Buenos Aires. Fue diseñado por Gustavo y Marcela Nielsen, a fines de los ’90 y ocupa una superficie de 3.500 metros cuadrados (500 más que el proyectado en Uruguay), distribuidos en tres niveles.
Para Mariana Elsztain (primera directora) y para la arquitecta Marcela Grinberg, Urbania “apunta a brindar un espacio de reflexión, entretenimiento y aprendizaje no formal sobre la vida urbana, del cual el Abasto es un icono muy representativo..."
En 2007, transcurrido poco tiempo desde su inauguración, Urbania languidece frente al espacio de diversiones y entretenimientos llamado “Neverland”, que funciona en una planta alta del shopping.
Neverland (apropiación comercial de aquel literario País de Nunca Jamás en donde vivía Peter Pan) es sencillamente un casino, un casino para niños, preparado para gastar dinero y brindar un fugaz instante de alegría y diversión.
Lo cierto es que Neverland crece, y que el Museo de los Niños languidece.
En cambio, el Shopping de los Niños, éste que va a inaugurarse pronto en Montevideo, será un proyecto exitoso. Se llenará de niños pudientes y de padres pudientes, lo sabemos, que irán a gastar en sus artículos, en sus servicios y sus juegos, cada fin de semana.
¿Habrá mendigos en el Shopping de los Niños? Qué pregunta de mal gusto.
Habrá empleados capacitados, nos respondemos, imbuidos de “Responsabilidad Social Corporativa”, capaces de derivar a cualquier “menor en riesgo” hacia “instituciones de contención”...
Moralejas de Neverland
Hoy, en la República de los Niños, pueden visitarse las ruinas de una República que verdaderamente existió. Y en Urbania, chicos y grandes pueden advertir cómo avanza, incontenible, el país de los no-lugares, el país de los no-niños, el país de nunca jamás.
El Shopping de los Niños sí es una empresa viable. Allí no habrá sueños igualitarios ni proyectos pedagógicos ni molestas interferencias.
Sólo se trata de comprar. De comprar para ser. De comprar, a secas.

El silbato de la perversión
17/07/07
Por Carlos del Frade
(APE).- Ellos no quieren robar, necesitan trabajar. Y ahí están haciendo pie en la cornisa, en el último eslabón que los separa de la economía antes de desbarrancarse a la sobrevivencia como sea. Son cartoneros. Trabajan con la basura de los otros. La pelean todos los días y hasta tienen antecedentes de dignidad enormes, como los vagones repletos de alimentos para los chicos hambrientos de Tucumán, aquel tren blanco que partió de José León Suárez cuando recién empezaba el milenio y la Argentina era una melancolía que flotaba sobre corralitos, gomas quemadas y puentes sitiados. Son cirujas, los que no se resignan y todos las tardes buscan y revuelven a ver si encuentran un pedacito de futuro que alguien hace rato les robó. Están en todas las provincias, en todas las ciudades, en todos los pueblos del granero del mundo. Ahora, granero privatizado del mundo. En uno de los techos de la Argentina, en Salta, ellos hacen lo de siempre. Pelean y pelean por vivir. Hasta que la vida se va porque nadie los protege en su trabajo. Daniel Arrieta tenía veinticinco años, nada más que un cuarto de siglo de deambular por esta cápsula espacial llamada planeta Tierra. Trabajaba como cartonero en el denominado vertedero basural San Javier, a las afueras de la capital salteña. La noticia sostiene que un camión de la empresa “Agrotécnica Fueguina”, encargada de la licitación de la recolección de residuos, lo enganchó de alguna forma y Daniel terminó su existencia en el Hospital San Bernardo por shock séptico y falla multiorgánica, dijeron los partes de los profesionales de la medicina. Fue una muerte anunciada. Desde hacía tiempo que diferentes organizaciones venían advirtiendo que los camiones tiran la basura a los pozos y solamente les dan tres minutos a los cirujas para elegir lo que a ellos les conviene. Ruleta rusa rantifusa. Una trampa mortal en donde el ‘no va más’ parece ser el placer de un verdugo insensible y perverso. En tres minutos, nada más, los cartoneros deben elegir entre la basura. Si no lo hacen, montañas de residuos caerán sobre ellos y los llevarán al fondo del pozo ciego. La señal, en el colmo del cinismo, es un silbato que alguien toca. Como si fuera el guarda del subte que marca el fin del período para treparse al vagón. Pero aquí, del otro lado, están decenas de cartoneros que deben bucear entre la basura, elegir, recoger y salir del pozo en solamente noventa segundos. ¿Quién habrá estipulado semejante tiempo para medir el tamaño de la valentía de estos trabajadores? ¿Qué juez sostuvo que estaba bien esos tres minutos de espera? ¿Quiénes pierden con esperar más de noventa segundos? ¿Quién gana con la muerte de cartoneros como Daniel que no pudieron superar la prueba de velocidad? La crónica no deja lugar a dudas: “Los cartoneros se retiran de la trinchera corriendo y entre ellos se cuentan para saber si falta alguno. La entidad Ceos Sol acusó a los concejales capitalinos de no haber hecho nada para evitar la muerte de un cartonero en el interior del Vertedero San Javier”, apunta el escrito periodístico. Daniel estará recogiendo muestras de un paraíso robado en otro lugar del universo, mientras tanto, en su vertedero, decenas como él siguen jugándose la vida ante la monumental basura de la indiferencia.
Fuente de datos: Agencia de Noticias Copenoa 14-06-07

Si desea enviarnos un mensaje, puede hacerlo a
agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar

Comentarios

Seguidores