RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


Muertos de nieve
11/07/07
Por Oscar Taffetani
(APE).- La nieve ya es parte del folklore universal. No hay literatura ni filmografía ni cancionero -ni siquiera de los países caribeños- en donde no esté presente. En el imaginario de la nieve, algún cuento escrito por Dickens para Navidad, o aquel Carlitos de “La Quimera del Oro”, o ese perro enorme llamado “Buck”, que nos regaló Jack London, presiden el recuerdo de las generaciones. También existe una nieve publicitaria, no necesariamente real, que sirve para vender whisky, cigarrillos, pasajes de avión y estadías en albergues cinco estrellas, en algún remoto paraje del globo. Es una nieve apta para televisión, que se derrite pronto. Todo este fantástico universo se pone en movimiento cada vez que la nieve comienza a caer, lentamente, desde el cielo.
Daños colaterales
Para la televisión argentina, la ola de frío polar llegada en la primera semana de julio, y que coronó en la gran nevada nacional del lunes 9, fue un regalo inmerecido. De pronto, los negociados y trapisondas de los ministros quedaron cubiertos por la nieve. Y la crisis energética, que tantos dolores de cabeza trae al Gobierno, se ocultó bajo la nieve. Decenas de miles de habitantes, de ciudades que nunca habían visto la nieve, salieron a las calles a saludarla. Y allí estaban las cámaras de televisión, por supuesto, para registrarlo. Arropados y bien provistos, cientos de reporteros aficionados registraron con sus aparatos digitales las (olvidables) imágenes del primer muñeco de nieve, la primera bola de nieve, la primera guerra de nieve, etcétera. Lo que no registraron las cámaras, y pasó a ser un simple dato, actualizado de tanto en tanto, fueron los muertos por la nieve. Más de veinte personas perdieron la vida en la Argentina, a causa de la ola polar llegada el último fin de semana. El dato fue apenas recogido por algunos informativos o por algún cable de agencia. Fue mucho más importante, para ciertos medios, la anulación de vuelos en Ezeiza (por la capa de hielo formada en los aviones) que la anulación de vidas a causa del frío. Obviamente, la gran mayoría de los “muertos de nieve”, como los muertos de frío o los muertos de enfermedades prevenibles y curables, son muertos de la pobreza. En Canadá -un país con envidiables índices de desarrollo humano- el frío es una variable contemplada y la mayor parte de la población mantiene sus actividades normales aunque la nieve llegue al comenzar el otoño y recién se vaya al fin de la primavera. Montreal, por ejemplo, cuenta con una verdadera ciudad subterránea -llamada RÉSO- con capacidad para medio millón de personas. El RÉSO de Montreal tiene 32 kilómetros de túneles, subtes, estaciones de transferencia, almacenes, proveedurías, bancos, hoteles, escuelas, museos y universidades, todo debidamente “climatizado”, bajo tierra. El cambio climático llegó y sus efectos pueden ser devastadores, como advierte repetidamente la ONU y pregonan hasta el cansancio los ecologistas. Pero algunos países del Norte desarrollado -convengamos- están preparados para enfrentarlo. Aquí, en la Argentina del crecimiento sostenido, esta Argentina del tren bala y los biocombustibles, la supervivencia de millones es una delgada capa de hielo que cualquier imprevisto puede quebrar. Como un puñado de nieve publicitaria (aprovechemos la imagen). Una nieve que pronto se derrite y deja lugar a la inapelable verdad.

Sobre clandestinos e ilegales
06/07/07
Por Cecilia Ceriani
(APE).- Murió un chico de 3 años en un incendio. Fue en Rosario, en una villa cercana a la avenida Circunvalación, ahí nomás del ingreso a la autopista que llega a Córdoba. Murió Agustín Segovia, un nene que cuando los chicos de Cromañón se quemaban todavía no había aprendido a hablar. Murió en las afueras de una ciudad y murió quemado. Agustín vivía con su mamá, su padrastro y sus tres hermanos en una casilla construida con chapas, plástico, lona y tela. Cuando el fuego comenzó esa noche, él estaba solo. Se encendieron su casa y dos casas vecinas. Y cuando el fuego por fin dejó de arder, él estaba calcinado. Agustín murió hace diez días. Contó La Voz del Interior que el incendio comenzó por una estufa eléctrica conectada clandestinamente. Qué irracional, la familia de Agustín. A casi 300 kilómetros de allí está el asentamiento Villa Huracán, en el barrio de Barracas. Esquivando los vaticinios de nueva apuesta inmobiliaria, las personas que viven en el predio del ferrocarril Belgrano Sur se resisten al desalojo. Algunas familias siguen aferradas a sus casas. Muchas de esas casas ya fueron destruidas. Desde el Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado (ONABE) aseguran que se tomó "contacto físico exclusivamente con las construcciones precarias". Sólo eso, exclusivamente. Por su parte, la policía avisa que, de ser necesario, se tomarán “medidas más represivas”. Sí, únicamente de ser necesario. El predio tiene 19 hectáreas. Quieren destinarlo a la Universidad Tecnológica Nacional o para alguna "actividad comercial". Qué problema, el de no definir el destino. Igual tienen algo de tiempo para pensarlo: ambos proyectos “están paralizados debido al asentamiento ilegal”, explica La Nación. Mientras tanto, el ONABE echa y rompe. Agustín murió por una estufa conectada clandestinamente y Villa Huracán resiste en su asentamiento ilegal. Y es inevitable pensar en cuánto nos insistieron los maestros en obviar las excesivas adjetivaciones en los textos periodísticos. Y es ineludible sospechar que algo querrán decir, en notas que respetan más o menos al pie de la letra aquella recomendación, esos dos adjetivos: clandestino e ilegal. Pudieron obviarlos o pudieron ser más. Pero fueron esos. Y a cuántas cosas podrían caberles esas cualidades. Sin embargo, los medios se los reservaron para explicar las causas de la muerte y de la expulsión. No para describir lo que le deparó a Agustín un sistema que legitima la pobreza desde su concepción. No para definir la represión que les advierte la policía a los de Villa Huracán. Mejor dejarlos para adjetivar sus comportamientos, tan irracionales o tan equivocados. Tan clandestinos y tan ilegales.
Fuentes de datos: Diarios La Voz del Interior 26-06-07 y La Nación 05-07-07

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