RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


En defensa de la vida

25/03/08

Por Alberto Morlachetti

(APe).- Las mujeres que llevan el fruto son un apasionado alegato en defensa de la vida como metáfora de la posibilidad que tiene la condición humana de renovar incesantemente su naturaleza como obra de arte en un mundo en que la “insaciable voracidad del mal” pasa por encima de la belleza con su inmutable equipaje depredador.
La natalidad simboliza ese acto inaugural que provee de espontaneidad o capacidad a la condición humana para empezar algo nuevo. Por eso no hay imágenes más dolorosas que la muerte de 5 bebés en el hospital Pedro Fiorito de Avellaneda por una infección hospitalaria que pudo sencillamente ser evitada pero no lo fue. Intentando hacer desaparecer cualquier sombra de iniciativa: lo humanamente otro. Hace falta una heroica resistencia a los destinos de un modelo económico que omite o mutila la vida de los colectivos sociales.
La jefa del Servicio de Neonatología, María Teresa Sosa, responsabilizó por la situación a las autoridades sanitarias provinciales. “Entre el 20 y el 26 de febrero tuvimos que cerrar el servicio porque la falta de personal no nos permitía garantizar la seguridad de los bebés”. Sosa manifestó que se limpian las salas con los mismos trapos que usan en los baños, lo que habla de negligencia y desconocimiento absoluto de las normas de bioseguridad. “En todo 2007 tuvimos ocho bebés fallecidos y ahora en sólo 20 días se nos murieron cinco chicos, creo que los números son muy elocuentes”, dijo Sosa.
Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro y el corazón afuera -escribía Eloy Blanco- y un persistente olor a madreselvas en esas madres de cristal que están marchando con 5 penas, atravesando imaginarios donde conviven el amor y duros corazones. En este mismo instante, esos hijos que no pudieron ser, son escritura rebelde, alguien los deletrea con violencia sublime.

Misiones: desprecio y desamparo

26/03/08

Por Oscar Taffetani

(APe).- El gobernador de Misiones, Maurice Closs, anunció con bombos y platillos, la semana pasada, el nuevo sistema de tickets alimentarios, que reemplazará a las llamadas cocinas centralizadas y a los comedores comunitarios.
“Con el nuevo sistema -se lee en las gacetillas oficiales- se cambiará este modo social de distribución, ya que serán los padres quienes adquieran y cocinen los alimentos, permitiendo la reintegración de la familia...”
Una pregunta importante, antes de hilar fino, es cuáles son los valores que ha considerado el gobierno misionero para la canasta alimentaria de la población necesitada. En otras palabras: de cuánto dispondrá cada padre o cada madre para poder “reintegrar” a su familia a través del antiguo rito de compartir el alimento.
"Para una sola persona -dijo el ministro de Bienestar Social misionero, sin que se le cayera la cara de vergüenza- serán 40 pesos. Si son dos integrantes de la familia (una madre y un hijo) 80 pesos. Si es una madre y dos hijos, 110; la cuarta integrante, 140 y la quinta 170. A partir de allí, cada integrante de más que tenga la familia van a ser 20 pesos..."
Sí, leímos bien: serán 20 pesos por mes y por chico. Lo que dividido por los días hábiles (porque es sabido que los fines de semana los niños pobres no comen) da un peso por día, que distribuido en almuerzo y cena (porque desayuno y merienda, a los pobres, no) da 50 centavos.
Intolerables contrastes
Durante la campaña 2007 la prensa misionera reveló que el joven abogado Maurice Closs había sido sorprendido celebrando el Día del Maestro en una rumbosa fiesta con “strippers” y “odaliscas”. Todavía no era gobernador, aunque sí senador de la Nación.
Entonces, si cotejamos el vergonzoso ticket social de 40 pesos mensuales propuesto por el Gobierno con el nivel de gasto y despilfarro personal que evidencia en su vida privada el Gobernador, la conclusión es que esta clase de dirigentes políticos carece de autoridad moral para hablarle o siquiera para sostenerle la mirada a cualquier padre o madre o niño misionero de los que sufren la afrenta diaria, humillante, del hambre.
No sabemos si las llamadas cocinas centralizadas o los comedores comunitarios de Misiones representan un nivel organizativo -o vincular- de grado inferior a la mesa familiar. Lo que sí sabemos, por sentido común, es que la mesa familiar se convierte en una entelequia, en un concepto vacío, si el Estado no provee los medios reales para la subsistencia de la familia.
De modo que, antes de discutir si la mesa comunitaria es superadora de la mesa familiar o viceversa, debería discutirse cómo es que funcionarios de tamaña insensibilidad social como estos que vemos en Misiones, llegaron a puestos de gobierno en el Estado.
Algo anda mal en la democracia misionera. Esa tierra verde y colorada, atravesada por los ríos y alegrada por los pájaros, que conoció una organización social más justa y más armónica hace 500 años, hoy vive un tiempo de desprecio y desamparo.


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