La comunidad de Wilde honró a Santa Rosa

La comunidad de Wilde honró a Santa Rosa
 Martes 1 Sep 2015 | 10:56 am
Wilde (Buenos Aires) (AICA): La comunidad de la parroquia Santa Rosa de Lima, de Wilde, celebró a su patrona durante el domingo 30 de agosto. El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, acompañó a la comunidad y presidió la misa central de la jornada.

 La comunidad de la parroquia Santa Rosa de Lima, de Wilde, celebró a su patrona durante el domingo 30 de agosto. El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, acompañó a la comunidad y presidió la misa central de la jornada. En su homilía reflexionó sobre la humildad y llamó a pedir a Dios esta virtud. En relación con el evangelio dominical, en el que se leyó la crítica que Jesús hace a los fariseos que lo reprenden porque los discípulos comían sin lavarse las manos, el prelado invitó a purificar lo que importa, es decir, el corazón, y llevar esta intención a la Virgen y a santa Rosa de Lima.
 “Hay que pedir a Dios, por medio de la Virgen y de Santa Rosa, que Ella interceda para reparar y purificar nuestro corazón, pero sobre todo nuestra conducta para con los demás. Porque si decimos que amamos, no basta decirlo, sino que hay que amar en serio”, observó el obispo.
 Monseñor Frassia también se refirió a la patrona de la parroquia. Dijo que santa Rosa “vivió una síntesis extraordinaria en el amor a Cristo, a la Eucaristía, a la oración, a la penitencia y, sobre todo, a la reparación”. El obispo invitó a reparar las heridas de la Iglesia y de tanta gente poniendo de relieve la dignidad humana.
 “Si nosotros hiciéramos eso –añadió- y todo lo demás lo dejamos de lado, viviríamos muy felices. No hay tiempo para otra cosa, no hay tiempo para criticar, para pelearse, para llevarse mal, para complicarse la vida. Hay poco tiempo y ese poco tiempo se llama amor. Amor de Dios y a los hermanos”, expresó el celebrante.
 Monseñor Frassia concluyó su predicación haciendo un llamado a tener muy presente el testimonio de vida de santa Rosa, a fin de que ella sea un aliciente para “agrandar el corazón” y “amar a Dios y servir en serio a todas las personas”.+

 Texto completo de la homilía
Santa Rosa de Lima 
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la fiesta Patronal de la parroquia Santa Rosa de Lima (30 de agosto de 2015) 

 Querida comunidad de Santa Rosa de Lima: 

 Creo que tenemos que ser dichosos y conscientes de tener fe, de poder reunirnos, poder agradecer, poder celebrar, poder rezar, porque es algo muy importante ya que nos hace bien al alma y nos hace pensar que en nuestra vida no somos sólo un momento o un éxito o un dolor o un fracaso, sino que Dios nos acompaña siempre, a cada uno de nosotros. 
 Y como hablamos de Dios, tenemos que reconocer que todos somos limitados, que somos frágiles y a veces pequeños o muy pequeños. Pero lo más triste es que, siendo pequeños, a veces nos pensamos como si fuéramos grandes, importantes. Empezamos a distanciarnos de lo que el Señor quiere que seamos y Él quiere que seamos humildes, veraces y buenos. 
 Seamos humildes y digamos la verdad, y la verdad es que nos falta un montón, que necesitamos muchas más cosas y tenemos que pedir a Dios que nos convierta, que nos ayude, que nos ilumine; no pensemos que, porque podemos “hablar algo de los demás”, lo que cada uno es está perfectamente bien. “Yo puedo señalar a los demás, pero a mí no me toquen”, “yo puedo criticar a los demás, pero a mí no me critiquen”, “yo puedo lastimar a los demás, pero a mí no me lastimen” ¡Eso no es así! 
 El Señor nos pide a todos internalizar y darnos cuenta que “no son las cosas que vienen de afuera las que manchan”, ¡sino las que salen de adentro, del corazón, de la voluntad, de la motivación, no de lo que los demás puedan decir, darse cuenta o no! ¡Uno mismo se da cuenta y sabe si tiene buen o mal espíritu!, ¡si busca el bien o no! Uno sabe. Ninguno de nosotros “come vidrio”. Sabemos perfectamente las cosas. 
 Hoy hay que pedir a Dios, por medio de la Virgen y de Santa Rosa, que Ella interceda para reparar y purificar nuestro corazón, pero sobre todo nuestra conducta para con los demás. Porque si decimos que amamos, no basta decir “amo a”, sino que hay que amar en serio; si decimos que “queremos servir a la comunidad”, sirvamos en cualquier cosa, no busquemos lugares ni cosas, servir. Cuando uno estas cosas las tiene claras, no se confunde y no confunde a los demás; “me vean o no me vean”, “me aplaudan o no”, uno tiene que servir. 
 Santa Rosa, la primera santa del continente latinoamericano, vivió una síntesis extraordinaria en el amor a Cristo, a la Eucaristía, a la oración, a la penitencia y, sobre todo, a la reparación. ¿No nos damos cuenta que la Iglesia está herida, lastimada? Lastimada no solamente por las malas acciones de los demás. Está lastimada por nuestras palabras, por nuestros lenguajes, por lo que decimos o por lo que omitimos. Hay muchas heridas. Ustedes eligieron el tema de la dignidad humana, pero ¿qué es esa dignidad? Es que la persona sea cada vez más persona; por eso hay que vivir reparando, reparando y reparando. 
 Si nosotros hiciéramos eso -y todo lo demás lo dejamos de lado- viviríamos muy felices. No hay tiempo para otra cosa, no hay tiempo para criticar, para pelearse, para llevarse mal, para complicarse la vida. Hay poco tiempo y ese poco tiempo se llama AMOR. Amor de Dios y a los hermanos. ¡No tenemos más tiempo que perder! ¡No seamos insensatos! ¡Hay poco tiempo en la vida de cada uno! No seamos superficiales: reparar, curar, cuidar y seguir caminando. 
 Ustedes dirán “es muy poco, quizás”; no es muy poco, porque si cada uno hace lo que tiene que hacer el mundo sería distinto; si cada uno hace lo que tiene que hacer en la Iglesia, la Iglesia sería distinta; después la misión, ocuparnos de los demás, trabajar por los otros, dar testimonio, ser un buen discípulo, buen maestro, todo es fundamental. 
 Alguien decía que no hay crisis en las personas, hay crisis en nosotros y porque tenemos crisis no sabemos tratar bien a las personas, ¿se entiende? Si uno está bien trata bien a los demás. 
 Pidamos hoy acercarnos al Evangelio porque con ello podemos ser sabios y ganar la vida; es lo que hizo Jesús, lo que hicieron los santos, lo que hizo Santa Rosa de Lima. Y cuando volvamos a nuestra casa lo hagamos con una convicción: internalizar lo que digo, vivir lo que predico, hacerme cargo de mis cosas, llamar a las cosas por su nombre y saber que hay mucha gente buena, pero a veces mis ojos o mis lentes -como están un poco opacos y sucios- no me dejan descubrir la figura o la bondad de los demás; porque miramos mal ¡hay que mirar bien! 
 Que Santa Rosa esté muy presente en nosotros y que nos agrande el corazón para amar a Dios y servir en serio a todas las personas, a esta comunidad, a los vecinos, a nuestras familias, siendo testimonio. Que así sea. 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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