Mons. Frassia llamó a asumir el envío misionero del Señor

Mons. Frassia llamó a asumir el envío misionero del Señor
Miercoles 20 May 2015 | 10:01 am
 Mons. Rubén Frassia.

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, ofreció una reflexión radial por emisoras del conurbano bonaerense y de la capital federal sobre la fiesta de la Ascensión del Señor. El prelado consideró que esta ascensión supone un envío para todo cristiano, según el mandato dado por Jesús a los apóstoles de ir y predicar el Reino de los Cielos hasta los confines de la tierra.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, ofreció una reflexión radial por emisoras del conurbano bonaerense y de la capital federal sobre la fiesta de la Ascensión del Señor. El prelado consideró que esta ascensión supone un envío para todo cristiano, según el mandato dado por Jesús a los apóstoles de ir y predicar el Reino de los Cielos hasta los confines de la tierra.
 “Para nosotros, esta ascensión es un envío, como lo hizo Jesús con los Apóstoles. Vayan, prediquen, anuncien, sanen, reconcilien a la gente, levanten al caído, al herido, al derrotado. ¡Hay tanta gente enferma!, no solo física sino moral, espiritual y psíquicamente. ¡Hay mucha gente enferma, destruida!”, reiteró el obispo.
 Monseñor Frassia llamó a cada cristiano a asumir la tarea de llevar el nombre de Jesús a los demás: “Él lo pide, y si lo pide es porque lo da y si lo da, lo da con su gracia, lo confirma con su presencia. Al decirnos «Yo me voy, pero estaré con ustedes hasta el final de los tiempos», Cristo nos asegura y nos afirma su presencia, su cercanía”.
 El obispo también explicó que el apostolado de la Iglesia está sostenido por la presencia viva de Jesucristo. “En la medida que uno crea que Jesucristo está, uno es fuerte en lo apostólico”, aseguró. “Pero si se debilita esa creencia –añadió-, el apostolado se opaca, se enflaquece”.
 En la fiesta de la Ascensión, monseñor Frassia invitó a pedir al Señor la fuerza de saber que Él está con cada cristiano, a su lado y en el camino de la vida. “Por eso, ¡no tengamos miedo!”, animó.+ 

Texto completo de la alocución 
“Yo me voy, pero estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”, Jesús 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Domingo de la Ascensión del Señor, 17 de mayo de 2015) 

" Jesús resucitado se apareció a sus discípulos y les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación." El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán". Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. (San Marcos 16,15-20) 

 Es el misterio de la Ascensión del Señor, junto a la creación, donde Dios nos crea y luego se revela en su propio Hijo -en el Verbo que se hizo carne, la Encarnación de Cristo en el seno virginal de María- este Cristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, es crucificado, muere y resucita; es el misterio de la Pascua, es decir el triunfo sobre el pecado y sobre la muerte. Rotundamente Cristo venció al maligno que ya no tiene poder absoluto sobre nada ni sobre nadie; Cristo asciende al Padre y está sentado a su derecha, presentándole todo su Reino: lo que hizo, lo que vivió, lo que entregó y lo que nos comunicó. 
 Para nosotros esta ascensión es un envío, como lo hizo con los Apóstoles: “vayan, prediquen, anuncien, sanen, reconcilien a la gente, levanten al caído, al herido, al derrotado, al lastimado, al vencido, tengan caridad con todos, curen a los enfermos”; pero hermanos ¡hay tanta gente enferma!, no solo física sino moral, espiritual y psíquicamente. ¡Hay mucha gente enferma, destruida! Y nosotros tenemos la tarea de llevar el nombre de Jesús a los demás. 
 ¿Por qué tenemos que llevarlo? Porque Él lo pide; y si lo pide es porque lo da y si lo da, lo da con su gracia, lo confirma con su presencia y nos dice algo muy hermoso: “Yo me voy, pero estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”. Cristo nos asegura y nos afirma su presencia, su cercanía. 
 Por eso la fuerza del apostolado -la apostolicidad- en la Iglesia, está sostenida y sustentada por la presencia viva de Jesucristo. En la medida que uno crea que Jesucristo está, uno es fuerte en lo apostólico. Pero si se debilita esa creencia en nuestra vida, el apostolado se opaca, se debilita, se obnubila, se enflaquece. 
 En esta fiesta de la Ascensión, pidamos al Señor la fuerza de saber que Él está en nosotros, al lado de nosotros y que camina con nosotros. Por eso ¡no tengamos miedo! 
 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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