DOS HOMBRES Y DOS ACCIONES DISTINTAS

DOS HOMBRES Y DOS ACCIONES DISTINTAS 
 En el mundo siempre hubo dos clases de personas: aquellas que lo destrozan todo y la otra, la que busca unir a la sociedad con pequeñas acciones. Así, dos odontólogos (pura coincidencia) tomaron sendas distintas en el camino de la vida. Uno, aunque no vale la pena recordarlo en profundidad, no podemos dejar de mencionarlo, en cambio, el segundo merece nuestro reconocimiento permanente por lo que dejo a la humanidad. 

 Fueron dos hombres con una misma formación a través de la carrera que siguieron, pero tuvieron acciones distintas en su vida. El primero, Ricardo Alberto Barreda en 1992 exterminó a su familia argumentando que era constantemente hostigado y despreciado por esta. Entonces, su suegra, su esposa e hija recibieron sendos escopetazos que terminaron con la vida de esas mujeres.
 Un verdadero monstruo, ya que no pudo controlar su irritación convertida en furia irracional y en segundos terminó con la vida de esos tres seres con los que convivía. Es por esa razón que a ese médico, solamente se lo recordara como un personaje nefasto más, de los tantos que abundan en las crónicas policiales y al que le cabe un único titulo, el de asesino.
 Su colega en cambio, nos dejó algo más positivo ya que poco tiene que ver con la muerte y si mucho con la vida. Vecino de Lomas de Zamora Enrique Febbraro pensó que con la llegada del hombre a la Luna la humanidad comenzaba a tener un amanecer distinto, por lo que era el momento ideal para que se pudieran estrechar todos los hombres en un abrazo fraterno. Fueron esos los pensamientos que lo conmovieron ese frío 20 de julio de 1969, cuando por la pantalla de los viejos televisores en blanco y negro de entonces aparecían las primeras imágenes del suelo lunar y al astronauta Neil A. Armstrong, por entonces de 38 años dando los primeros pasos sobre ese suelo.
 El hombre había llegado a la Luna. A esa Luna que había inspirado a más de un poeta, ahora, era recorrida, aunque en un breve trecho por un hombre, un hombre como los millones que observaban las imágenes que llegaba desde ese lejano planeta. El hecho unió a millones de personas frente a los televisores. Ese era el motivo convocante, ver al hombre caminar en suelo lunar. Pero el doctor Febbraro fue más allá y trabajó para recordar ese día como el ¨ del Amigo ¨ y lo logró. Es más traspaso la barrera local y se consolidó como el ¨ Día Internacional del Amigo ¨. A partir de allí cada 20 de julio hay una escusa para reencontrarse con amigos y hacer otros nuevos. Aunque los amigos están siempre, en la fecha mencionada se reafirman esos lazos que anudan a los seres humanos, olvidando así pequeños rencores y haciéndolo sentir mejor, al dar y recibir muestras de respeto y cariño. Como vemos, entre ambos médicos hubo grandes diferencia, uno pensó en la muerte, el otro en la vida.
 Del primero nos olvidaremos en algunos años más, del segundo será seguramente muy difícil, porque lo que ha sembrado se reproduce y florece cada año con mayor fuerza. Los encuentros durante el Día del Amigo se multiplican al igual que las llamadas telefónicas, cuando por distancia u otra razón impide a estar juntos. No es un simple ritual, es la muestra que la humanidad puede convivir sin odios ni rencores, cuando hay un objetivo claro y preciso, como lo es esa celebración

 Sciosciagerardo@gmail.com

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