Mons. Frassia convocó en Pascua a la III Asamblea del Pueblo de Dios

Mons. Frassia convocó en Pascua a la III Asamblea del Pueblo de Dios
 Martes 22 Abr 2014 | 10:03 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús monseñor Rubén Frassia, aprovechó su mensaje pascual para convocar a la III Asamblea del Pueblo de Dios, que se realizará entre el 10 y el 12 de octubre, en la que la comunidad diocesana buscará renovar “nuestro compromiso evangelizador priorizando la atención de los más necesitados, de los jóvenes y las familias”. El prelado pidió que “la fuerza y la victoria de Cristo Resucitado alumbre esta III Asamblea del Pueblo de Dios y que esta Iglesia particular de Avellaneda-Lanús crezca y se fortalezca en la conciencia eclesial y en la necesidad de vivir en la conversión y el trabajo misionero”.

 El obispo de Avellaneda-Lanús monseñor Rubén Frassia, expresó su deseo de que “Cristo resucitado nos abra el camino de la libertad, de la justicia y de la paz” y recordó que “su presencia victoriosa colma de esperanza nuestra vida y nos ayuda a vivir como resucitados; en lo personal, en lo social y como Iglesia diocesana”.
 “En la familia, viviendo las virtudes domésticas de respeto, amor, consideración y de responsabilidad. Como ciudadanos de un pueblo, que conformamos una Nación, nuestro comportamiento cívico no puede escindirse ni fragmentarse de manera esquizofrénica. Como cristianos tenemos que vivir la fe construyendo la unidad y viviendo la vida que el Resucitado nos ofrece”, enumeró.
 “Esta fuerza victoriosa, que surge de la realidad y la verdad de la Pascua de Jesús, nos invita una vez más a no tener miedo. El Resucitado ante el desafío de vivir nuestra fe personal y comunitariamente nos dice: ¡No tengan miedo!”, subrayó.
 El prelado aprovechó su mensaje pascual para convocar a la III Asamblea del Pueblo de Dios, que se realizará entre el 10 y el 12 de octubre, en la que se buscará renovar “nuestro compromiso evangelizador priorizando la atención de los más necesitados, de los jóvenes y las familias”.
 “Quedan, entonces, convocados a participar activamente en la III Asamblea del Pueblo de Dios que peregrina en Avellaneda-Lanús. Recemos en nuestras comunidades, compartamos los trabajos preparatorios, ayudémonos mutuamente a escuchar con atención y discernir lo que el Espíritu está diciendo a nuestra Iglesia a través de los signos de los tiempos, ya que estamos llamados a asumir decididamente una actitud de permanente conversión y renovación misionera en nuestra diócesis”, agregó.
 Por último, monseñor Frassia pidió que “la fuerza y la victoria de Cristo Resucitado alumbre esta III Asamblea del Pueblo de Dios y que esta Iglesia particular de Avellaneda-Lanús crezca y se fortalezca en la conciencia eclesial y en la necesidad de vivir en la conversión y el trabajo misionero” y encomendó esos trabajos a la Virgen de la Asunción y a Santa Teresa, “patronas de nuestra diócesis para que juntos hagamos un profundo y fructuoso camino de comunión y misión”.+

 Texto completo del mensaje 
No tengamos miedo, Cristo ha resucitado (Convocando a la III Asamblea del Pueblo de Dios) 
Mensaje de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para la Pascua (16 de abril de 2014) 

 Con voz exultante la Iglesia anuncia que Cristo ha resucitado. Dice María Magdalena: “he visto al Señor” (Jn. 20, 18). Luego los apóstoles, los discípulos y los creyentes, los innumerables testimonios de los mártires, los confesores, los fieles que han dado la vida por el Señor, en todas las épocas y en diferentes situaciones, estaban convencidos de que Cristo es “el camino, la verdad y la vida”. Todos ellos dicen, y nosotros confesamos con ellos el grito de victoria: “¡Ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado!”. 
 La muerte que anteriormente era perpetua ha sido debilitada, destruida, y fue convertida de eterna en temporal. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. (Cfr. San León Magno, Sermón 8, “Pasión del Señor”). Este acontecimiento es original e inaudito. En el cielo, todo es paz y regocijo pero, en la tierra, lamentablemente no es así. Aquí en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias, inseguridades, injusticias, odios, mentiras y corrupciones, que comprometen gravemente el bien general. Y precisamente Cristo ha muerto y resucitado por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy. Es de desear que Cristo resucitado nos abra el camino de la libertad, de la justicia y de la paz. 
 Su presencia victoriosa colma de esperanza nuestra vida y nos ayuda a vivir como resucitados; en lo personal, en los social y como iglesia diocesana. En la familia, viviendo las virtudes domésticas de respeto, amor, consideración y de responsabilidad. Como ciudadanos de un pueblo, que conformamos una Nación, nuestro comportamiento cívico no puede escindirse ni fragmentarse de manera esquizofrénica. Como cristianos tenemos que vivir la fe construyendo la unidad y viviendo la vida que el Resucitado nos ofrece.
 Esta fuerza Victoriosa, que surge de la realidad y la verdad de la Pascua de Jesús, nos invita una vez más a no tener miedo. El Resucitado ante el desafío de vivir nuestra fe personal y comunitariamente nos dice: “¡No tengan miedo!”. 
 Cuántas veces hemos oído esta confortante y alentadora exhortación del Señor. 
 “¡No tengan miedo!”, les dice a sus discípulos al enviarlos a proclamar la cercanía del Reino de Dios (Mt 10, 28. 31); “¡No tengan miedo!”, les dice a los Doce embarcados, revelándoles su divinidad (Mt 14, 27); “¡No tengan miedo!”, les repite a las mujeres, el Resucitado, enviándolas a compartir la Buena Noticia con sus hermanos (Mt 28, 10). 
 “¡No tengan miedo!, ¡Abran de par en par las puertas a Cristo!” Le decía a la Iglesia el beato Juan Pablo II, al iniciar su ministerio petrino. “¡No tengan miedo!; vale la pena decir Sí a Cristo”, alentaba el Papa Francisco a los jóvenes en la última jornada mundial en Brasil. 
 “¡No tengan miedo!”, es la invitación con la que quiero convocar, a cuantos conforman esta Iglesia particular de Avellaneda-Lanús, para reunirnos en la IIIª Asamblea del Pueblo de Dios, a realizarse entre el 10 y el 12 de octubre del corriente año. 
 A dos años de comenzar el nuevo milenio los convoqué a la Iª Asamblea Diocesana (2002) en la que asumimos el desafío de consolidar la unidad, crecer en solidaridad y en el fervor misionero. El plan Diocesano de Pastoral nos permitió acompasar nuestro caminar. Poco después del acontecimiento de Aparecida nos volvimos a encontrar para celebrar la IIª Asamblea diocesana en la que, desde nuestra condición de discípulos misioneros de Jesucristo, renovamos nuestro compromiso evangelizador priorizando la atención de los más necesitados, de los jóvenes y las familias. 
 Esta IIIª Asamblea diocesana del Pueblo de Dios, a la que convoco, nos permitirá hacer un alto en el camino para oír la renovada invitación del Señor que nos dice: “Escucha, pueblo mío…” Necesitamos escuchar al Señor, prestar oídos a su Palabra y que esta incida de verdad en nuestras vidas. 
 Dios nos habla como a amigos, nos invita y nos recibe en su compañía (DV 2); necesitamos encontrarnos para encarnar la audaz invitación que nos hiciera el Papa Francisco a ser una Iglesia en salida, una comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan (EG 24). 
 Por eso con el Señor Resucitado, Jesús, nuestro Maestro y Pastor, quiero decirles, para que lo repitamos juntos: “¡No tengamos miedo!”, necesitamos reunirnos para compartir fraternalmente la alegría contagiosa del testimonio compartido, necesitamos encontrarnos para enriquecernos con las experiencias evangelizadoras vividas, necesitamos estar juntos y reconocer nuevamente la voz del Señor que nos invita a adentrarnos en la profundidad del mar de nuestro realidad, a echar juntos la red de la Nueva Evangelización.  
Quedan, entonces, convocados a participar activamente en la IIIª Asamblea del Pueblo de Dios que peregrina en Avellaneda-Lanús. Recemos en nuestras comunidades, compartamos los trabajos preparatorios, ayudémonos mutuamente a escuchar con atención y discernir lo que el Espíritu está diciendo a nuestra Iglesia a través de los signos de los tiempos, ya que estamos llamados a asumir decididamente una actitud de permanente conversión y renovación misionera (DA 366) en nuestra Diócesis. 
 Profundicemos nuestra comunión con la Iglesia universal, renovemos nuestra comunión con el sucesor de Pedro, el querido Papa Francisco, en la persona de su Nuncio Apostólico, Mons. Paul Emil Tscherrig. Que la fuerza y la Victoria de Cristo Resucitado alumbre esta IIIª Asamblea del Pueblo de Dios y que esta Iglesia particular de Avellaneda-Lanús crezca y se fortalezca en la conciencia eclesial y en la necesidad de vivir en la conversión y el trabajo Misionero. 
 Nos encomendamos a nuestra Madre, la Virgen de la Asunción y a Santa Teresa, patronas de nuestra Diócesis para que juntos hagamos un profundo y fructuoso camino de comunión y misión. 
 ¡Felices Pascuas para todos! Los bendigo como Padre y Pastor. 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús Avellaneda, 16 de abril de 2014

Comentarios

Seguidores